viernes, 19 de noviembre de 2010

Ya está bien

De la existencia de una psicopatía en el curriculum de Salvador Sostres tenemos noticia desde los tiempos en los que participaba en las tertulias de Crónicas Marcianas. Y el hombre se empeña en que quien no lo sepa, se entere. Hace unos meses, mientras el mundo se horrorizaba con la tragedia de Haiti, el animal de bellota del que nos ocupamos se despachaba con su teoría de la menstruación del mundo, es decir, según él, al planeta tiene que hacer limpieza de vez en cuando porque no cabemos todos, así que se dedica a menstruar y pasan siniestros como el de Haiti. Continuaba despotricando contra quienes lloraban por los muertos y mostraban su solidaridad, porque daba por hecho que quienes penaban era porque sentían el miedo agarrándose a sus entrañas ya que como, en caso de catástrofe similar y no siendo los más fuertes del lugar serían ellos los muertos, digamos que estaban viviendo un ‘cuando las barbas de tu vecino...’ Y acababa el hijo de mala madre con un lapidario “El mundo menstrua y elige el día, el rayo y el lugar oportuno”. Ahí, con dos cojones. Osea, no es que sobre gente en el mundo, es que sobran negros. Y si son pobres, sobran más.
Yo no sé porqué no le cambio el nombre a este espacio y le llamo Gilipollas del año, Patanes sin fronteras o cualquier otra cosa similar que sea descriptivamente correcto, porque veo que esto va a ser un no parar.
Bueno, sigo con el impresentable del día. A estas alturas, ya se habrán enterado hasta en Marte, con más razón ustedes que son gente informada, de la que montó en el plató de Alto y claro, en Tele Madrid (¿pero aún no lo ha quemado nadie? Les veo paraditos, queridos, así no hacemos la revolución, eh). Pues por si hay algún despistadillo entre el público, les hago un resumen. En un intermedio del programa de Isabel San Sebastián, y creyendo que no le oía más que el corifeo que tenía alrededor, el anormal se despachó a gusto sobre sus preferencias en cuanto a la edad que deben tener las mujeres, el tipo de olor vaginal que a él le gusta y cómo han de rasurarse el vello púbico para ser de su interés. Como si todo ello le pudiera importar a alguien, aparte de al otro impresentable con el que compartía plató y le reía las gracias, Alfonso Ussía. En un momento dado, la presentadora le afeó la conducta señalándole que había niños escuchándole y ahí es cuando volvió el hijo de puta químicamente puro, cien por cien hijo de puta, sin nada de lycra. Al decirle que los niños eran de Rabat, sonrisilla mediante, se preguntó si eso era un colegio o una ONG. Todo donosura. Pero no contento, añadió que “Son de Rabat, no te preocupes, allí van sueltas ya”.
Me parece a mí, y si no es así, que alguien me corrija, que ya está bien. Que no pueden quedar impunes este tipo de actuaciones. Que, desde luego, lo que ya no tiene una explicación ni medio clara es que un medio de comunicación público le sirva a gente de esta calaña de escenario para vomitar sus miserables pensamientos y que se les pague por ello. Que la responsable última de ese medio de comunicación siga haciéndose la loca y hable de conversaciones privadas y opiniones personales. Por más que busco en toda clase de bibliografía, no encuentro modo de relacionar privacidad con un plató de televisión.
No busquen más a la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. La han encontrado.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 19 de noviembre de 2010).

No hay comentarios:

Publicar un comentario