jueves, 18 de noviembre de 2010

Pecados a toda velocidad

El pasado jueves, el consejero de Industria, Juan José Sota, presentó el último servicio megarápido de ONO para Cantabria, la posibilidad de acceder a una velocidad de navegación de 50 Megas. Más o menos a la par, se inauguraba la Party CantabriaJuventud. net, evento en el que los participantes desafiaban a la velocidad de la luz y diponían de un ancho de banda de 1 gigabyte por segundo. Osea, la envidia, si la envidia no fuera pecado, del párroco de Vilafamés. Aunque ahora que lo pienso, ya tiene el hombre bastantes pecados acumulados en su cuenta personal como para preocuparse de añadir uno tan común y bien visto, es un decir, como la envidia.
Y es que a esta criatura de Dios le han pillado con las manos en la masa o, mejor dicho, con los megapíxeles infantilmente pornográficos en el disco duro. 21.000 archivos, nada menos, que coleccionaba el animalico. 600 gigabytes de colección. Ahí es nada.
Que tiene su mérito la cosa. Más que nada porque con las velocidades y anchos de banda de los que se puede disponer en Castellón, lo que le ha tenido que costar al párroco acumular tal cantidad de gigabytes, oiga. Que ha tenido que ser un no parar. Yo, que he sufrido en mis carnes morenas la lentitud de descarga de una película cualquiera de esas que vemos los rojos llenas de razones para la excomunión, que es que se le quitan a una las ganas de darse al pirateo, me solidarizo con el enfermo este, porque lo suyo ha tenido que suponer un sinvivir. Todo el día ahí, expectante, mirando avanzar la barra de descarga de la mula, intentando hacerse a la idea de cuándo iba a poder disfrutar de lo último salido (valga la redundancia) en lo que a su afición se refiere y compaginándolo con sus deberes parroquiales de esos que tienen los párrocos que ni conozco ni me importan, pero que alguno tendrán, digo yo.
Estoy pensando que para el año que viene, cuando llegue el momento de la preparación de la siguiente edición de la Party, se le podía girar una invitación para que acudiera al evento y, al menos, durante esos días pueda disfrutar de la velocidad supersónica que nos gastamos en Cantabria. Todo por facilitarle a la gente el desarrollo de sus aficiones. No me digan que no soy todo corazón.
También estoy pensando que ojalá acepte la invitación y acuda. Y que en el momento en que empiece a utilizar las posibilidades de descarga que le otorgue la organización del evento, la emoción que le embargue por la rapidez con la que puede teneracceso a su desviada afición le provoque un shock de tal calibre que lo siguiente que vea sea la cara de San Pedro negándole la entrada al páramo celestial. Ya que es tan consecuente dejando que los niños se acerquen a él, que apechugue con la consecuencia y vaya cuanto antes en busca de la resurrección eterna, que entre que va y viene está el camino con gente.
Ya les había comentado que no soy buena persona. Pero aunque no se lo crean, no soy rencorosa ni vengativa. Simplemente me gusta la coherencia pastoral y los finales felices.
Y, como no se cansa de recordarnos a diario mi admirado Forges, no nos olvidemos de Haití. Ni del Sahara.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 15 de noviembre de 2010).

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