Digo yo que
será cosa del calor de este septiembre tropical porque que me da todo una
pereza no es normal.
Claro que
pueden ser otras las razones. Falta de vitaminas o sobreexposición a tonterías varias.
Que abusar nunca ha sido bueno y llevamos una temporada, tirando ya a larga,
que de necedades vamos más que servidos. Y todo cansa, oiga.
Que el
consejero de Educación y Cultura (deposite aquí su carcajada), pongamos por
caso, la líe nada más tomar posesión pudo
tener su gracia y servirnos de guía sobre lo que nos deparaba el futuro en este
aspecto. Pero lo de insistir en hacer que suba el precio del pan cada vez que
abre la boca superaría hasta al santo Job. La última ha sido asegurar que la
implantación de la LOMCE en Cantabria se está llevando a cabo con total
normalidad. Si tener a toda la comunidad educativa enfrente, toda, es
desarrollar algo con total normalidad, a uno de los dos, al consejero o a mí,
nos dieron un diccionario de definiciones defectuoso.
Y me estoy
oliendo que esa edición concreta, la que lleva defectos, fue repartida a
diestra, sobre todo, y siniestra, que también, porque si no es así la
alternativa da mucho miedo. A ver si nos vamos a enterar a estas alturas que
‘democracia’ no significa lo que pensábamos y no vean qué follón. Yo he
empezado a sospechar esto cuando el presidente del Gobierno de la nación,
seguido fielmente por su escuadra de munícipes, se ha remangado y ha propuesto
para los ayuntamientos que gobierne la lista más votada, sea mayoritaria o no. Que
es más democrático, dice, que el que gobiernen dos o más fuerzas políticas
aunque en conjunto superen ampliamente a esa lista. Parece ser que ha añadido
algo más acerca de respetar la voluntad del pueblo, pero a esas alturas había
dejado de escuchar inmersa como estaba en un cuaderno de ejercicios repasando
sumas y restas, que se conoce que las tenía olvidadas. Eso también lo dejé
enseguida, que me ilustraban los ejercicios con peras y manzanas y no vean qué
enmarañamiento de neuronas y rizos. Lo que me costó desenredar aquello no
quieren saberlo.
Como siempre,
todo y todos somos mejorables, nuestro presidente regional no solo se adhirió al
clamor popular (ha sido casi sin querer), sino que añadió, por su cuenta y por
elevación, que la propuesta también era válida para la elección de mandamás de
comunidad autónoma. No vaya a ser que se quedara corto el día que decidió
reducir el número de representantes de la voluntad popular en el Parlamento de
Cantabria. Este hombre debe tener más peligro jugando al mus que Eduardo
Manostijeras contando con los dedos. Claro que eso explicaría que haya afirmado
hace unos días que gracias a sus políticas se han creado en la región 10.000
puestos de trabajo cuando, según los números oficiales, hay cuatro mil
desempleados más, desempleado arriba, desempleado abajo.
Estos son algunos
ejemplos, pero ustedes que se mantienen atentos a la información saben que solo
con las declaraciones hechas este verano podríamos llenar una Antología del
Disparate del tamaño de la Enciclopedia Británica. ¿Cómo no voy a tener pereza?
Y miedo. Y
asco.
(Publicado en Gente en Cantabria el 12 de septiembre de 2014).
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