martes, 7 de marzo de 2023

¿Dónde vas Ramón Tamames? ¿Dónde vas triste de ti?

Les confieso que llevo unos días que vivo sin vivir en mí, aunque a diferencia de la santa, yo no aspiro a más alta vida, que con el tercero en el que vivo ya me viene bien.

Ustedes pensarán, porque ya nos vamos conciendo, queridos, que lo que me trae a mal traer es la cosa de la corrupción en la Consejería de Obras Públicas. Pues no. Que no les digo yo que no me preocupe y hasta me cabree que algún funcionario ande por ahí, campando a sus anchas, derrochando sinvergonzonería y horterez. Horterez, sí, horterez. Porque hay que ser hortera, lo de sinvergüenza se le presupone, para montar una red clientelar y tratar de esconderla detrás de una empresa de fotocopias. Ahí hay poco glamour. Lo de tener una máquina de contar dinero en su domicilio ya roza lo esperpéntico. O es idiota, además de corrupto y hortera, o se piensa que lo somos nosotros.
 
Pero no es eso lo que me trae a mí a mal traer. A mí lo que me tiene loca, más de lo habitual, es lo de la moción de censura que van a presentarle al Gobierno de España los alegres muchachos de VOX cualquier día de estos.
 
No estoy muy al tanto de los detalles porque me lo impiden los ataques de risa. Es que cada vez que leo algo al respecto recuerdo que el candidato que presentan como alternativa a Pedro Sánchez es Ramón Tamames y ya no veo tierra.
 
Ni tierra ni lógica alguna.
 
Vaya por delante que soy muy fan de que todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, de la clase que sea, en cualquier momento, pero es que la pirueta ideológica que ha hecho Tamames en las últimas décadas es merecedora de varias medallas olímpicas. De ‘fundador’ del PCE a candidato a la Presidencia por la extrema derecha patria. Si con eso no se ha esguinzado una docena y media de neuronas será un milagro.
 
Piruetas y esguinces aparte, que gracia tienen la justa, las carcajadas me sobrevienen cada vez que me imagino ese debate. Es que no puedo parar. Porque Pedro Sánchez será lo que ustedes quieran pero es imaginarme el vapuleo dialéctico que le va a ‘arrimar’ al nonagenario excomunista y se me arremolinan las carcajadas.
 
Si no fuera porque no les concedo ni la más mínima capacidad de estrategia política, diría que la alegre muchachada presenta esta moción de censura para perderla. Porque nadie, aparte de ellos, piensa en la posibilidad de que tamaño despropósito salga adelante.

(Publicado en Gente en Cantabria el 3 de marzo de 2023).

lunes, 6 de marzo de 2023

Las ovejas no pierden el tren salvo que sea en Cantabria

Contaba Julio Anguita, allá por mediados de los 90, que más de dos décadas antes llegar de Cantabria a Galicia en tren le había costado unas 16 horas. Y lo contaba porque en aquel entonces, mediados los 90, seguía costando lo mismo y eso le desbarataba su estructurada cabeza.

Imaginen lo que pensaría ahora mismo, cuando en el momento de escribir estas líneas, una, que es organizaduca, consulta lo que tardaría en llegar a ponerse a los pies de la estatua de Santiago y, oh sorpresa, si cojo el tren que sale en un rato podría hacerle cosquillas al santo dentro de 14 horas y 28 minutos. Como para una prisa.

Y es que en Cantabria la cosa de los trenes tiene guasa.

Bien es verdad que el chiste definitivo (esperemos) ha sido el del tamaño de los trenes, los túneles y las gónadas de los responsables del desatino de no verificar las correspondientes medidas y asegurarse de que los vehículos quepan por los túneles. Así aparcarán las criaturas.

El choteo que se ha derivado de la ocurrencia  de los hipertróficos testiculares se ha oído más allá de Orión. De hecho, hay rumores de que los ‘globos chinos’ esos que no le gustan a Biden fueron enviados por los hijos de Mao a ver si se enteraban de qué eran esas risas. Que les gusta a ellos estar al tanto de todo.

Y aunque este despropósito ha sido el último, hasta ahora, y el más sonado, con diferencia, la cosa del tren en Cantabria nunca ha sido fácil ni cómoda. 

Viajar a la cercana Bilbao en ferrocarril es volver a la infancia. Bueno, ahora menos, pero no hace tantos años subirse al tren dirección Bilbao era revivir las películas de indios y vaqueros de las sobremesas de los sábados. De los sábados antes de que llegaran las películas alemanas compradas por kilos de la televisión pública y los telefilmes de horripilancias varias de las privadas.

Volvías a la infancia de un tirón. Te veías en un ferrocarril, cruzando llanuras y esperando (tampoco tenías mucho más que hacer) que saliera Jerónimo por cualquiera de las lomas que adornaban el paisaje. Y no era  culpa de los plumeros, que abundan, ni del plumaje de los urogallos, que escasean, era más bien que las ‘máquinas de hierro’ que te llevaban a Vizcaya tenían de hierro lo que yo de monja clarisa. Si hasta yo he visto bancos de madera en el interior. Y tan mayor no soy, hagan el favor.

Por no hablar del tiempo estimado de llegada. Justo dos minutos antes de la jubilación.

¿Y qué me dicen de la catenaria? Ay, la catenaria. Tan fina, tan ligera, tan congelable. Cuánto mal da la maldita catenaria.

Y la soterración. Y la integración ferroviaria. Y la losa...

Eso sí, que no se nos olvide reclamar el AVE a Cantabria ad nauseam.


(Publicado en Gente en Cantabria el 17 de febrero de 2023).

Muchísimo ruido y cada vez menos nueces

Imagino, queridos, que estén conmigo en que el ruido que últimamente proviene de nuestras instituciones resulta atronador y altamente contaminante. No hay manera de que nuestras señorías, excelentísimos y adláteres se comporten con la debida educación y sobriedad a las que deberían estar acostumbrados y, ojalá, nos pudiéramos acostumbrar el común de los mortales por su habitual utilización. Pues no. Y da igual de lo que se trate. Cada puñeterísimo tema que salga a la palestra pública es una oportunidad de oro para que los próceres de la patria, comunidad autónoma o ayuntamiento patrio monten una batalla campal de la que difícilmente se podrá sacar nada en claro, salvo la certeza de que los españoles tenemos un dudoso gusto y muy poco tino para elegir representantes. Pasan los años y vamos dejando de lado la profundidad de sus convicciones políticas e ideológicas y las sustituimos por su capacidad pulmonar y su ‘culo de hierro'. El que más grita y más aguanta, capador.

Y nos parece bien. Les compramos el ‘discurso’ (como si supieran qué es eso) en función de en qué grado de compromiso han sido capaces de poner a su adversario.

Para colmo de males, estamos en año electoral y ya sabemos que en esa estación no necesariamente florecen las rosas, más bien lo hacen las promesas vacuas y las ideas de bombero. (Nunca he entendido yo muy bien porqué se mete a los abnegados bomberos en semejante berenjenal comparativo, pero soy muy de dejarme llevar. Ellos sabrán perdonarme).


La última ocurrencia peregrina, pero peregrina de ponerla a hacer el Camino de Santiago a caballo y cogida de la mano, hasta el momento que les cuento esto (que a saber qué se le puede ocurrir al prócer de turno si le damos un ratín) es hacerle más del casito necesario al vicepresidente de Castilla y León en su desparrame antiabortista ya atajado por sus mayores.


Porque ya me contarán ustedes, que son personas leídas, qué pinta en el Parlamento cántabro una proposición no de ley que pretende “preservar los derechos y libertades de las mujeres cántabras garantizando la protección de su salud sexual y reproductiva”, como si estuvieran en solfa.


Únicamente le puedo encontrar una explicación sin que de mi hallazgo derive una denuncia contra mi persona: la inmersión de hoz y coz en la campaña electoral, lo que siempre da pie a que alguien piense que los electores somos idiotas.


Porque pensar que hay quienes de darse tiros en los pies, planteando debates que hace años no están en la agenda, han hecho un deporte me resulta desconcertante. O no.


(Publicado en Gente en Cantabria el 3 de febrero de 2023).