jueves, 10 de febrero de 2011

Crepúsculo de los bueyes

“Hubiera preferido un enfermo de sida o alguien con síndrome de Down antes que Antonelli”. Quietos, que no. Que sigo sin demenciarme del todo. La frase y la intención no son mías. Me ofendería incluso que se les hubiera pasado por la imaginación tal posibilidad de no ser porque me da una pereza horrorosa ofenderme. No, hombre, no. La declaración de intenciones es producto de la misma mente que se tragó el montaje de Wyoming con la becaria, montaje que pretendía poner en evidencia a la caterva mediática de la caverna y lo consiguió. Ese. Xavier Horcajo lleva por mal nombre y por mérito ser el director de nuestro canal preferido de humor, Intereconomía.
A mí me parece peligroso hacer periodismo con bebidas alcohólicas al alcance del gaznate, que luego se dicen cosas como estas y no hay forma de recular sin llevarse docena y media de retrovisores por delante. Aunque en este caso ese peligro no exista, ya que aquí, el amigo, no da pasos atrás ni para tomar impulso, que no se llega al top ten del humor sin realizar esfuerzos hercúleos. Y muy bien que hace y yo se lo agradezco porque sin él y tantos como él a ver qué iba a contarles yo todos los días. Pero soy capaz de hacer el esfuerzo, aguantarme y contarles cada día una fábula si la contraprestación fuera un mundo sin idiotas capaces de, en una sola frase, despreciar a tanta y tanta gente.
Buen revuelo se ha montado por la inclusión de Carla Antonelli en la lista de Tomás Gómez a la presidencia de Madrid. Algo estará bien hecho entonces. Aunque sólo fuera por eso. Pero resulta que no lo es. Carla no llega a la política directamente del showbussines porque ella lo vale, que lo vale. Carla llegó a la política, llegó al PSOE, hace más de tres décadas. Llegó para poner en evidencia el maltrato a un colectivo que si ahora es desconocido y marginado imaginen hace 33 años. Con su empeño y poniendo cara y voz al empeño de muchos ha sido parte fundamental de la consecución de la Ley de Identidad de Género, de la visibilización del colectivo transexual, de la lucha, en definitiva, por una sociedad más justa, ergo más libre.
Por si alguno aún no lo sabe, que ya me extraña, pero tienen ustedes tantas cosas en la cabeza que todo puede ser, Carla es transexual. ¿Y qué? se preguntarán ustedes. Y yo. Pero a la alegre muchachada le preocupa. Les preocupa tanto como les preocupaba la homosexualidad de Pedro Zerolo. Les pone tan nerviosos que dicen, y lo que es peor, piensan, cosas como esa de ahí arriba. Tan, tan nerviosos que se dejan en evidencia ellos solitos, sin ayuda externa. Ahora ya sabemos que el señor Horcajo, apropiado apellido para quien va uncido a sus iguales y muge las mismas consignas, no sólo desprecia a los transexuales sino que tampoco le caen demasiado simpáticos los enfermos de SIDA ni los que padecen Síndrome de Down. Una joyita, el señor Horcajo.
“Nunca medraron los bueyes en los páramos de España”. Ojalá el poeta tenga razón y el 22 de mayo Carla sea diputada. Yo lo celebraré con ustedes. Prometido.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 10 de febrero de 2011).

1 comentario:

  1. Lo que pasa es que la valentía, el compromiso y la visibilidad de Carla hacen que Horcajo Primero el Fachoide cuestione su identidad sexual y comience a darse preocupada cuenta de su condición de ameba. De ameba tonta, quiero decir. Que a mí las amebas no me han hecho nada y me parecen muy pero que muy respetables.

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