viernes, 11 de febrero de 2011

Caótica Ana

Ya les tengo dicho que yo de mayor, más, quiero decir, sueño con ser de derechas. Y hoy más que nunca. Hoy, que un día más, Madrid se ha levantado con una boina tóxica calada hasta las cejas, no, lo de Soitu es otro tema, habla mi musa literaria y vuelve a hacer una de esas comparaciones que a una la dejan envidiosa y boquiabierta. Lo primero por la soltura con que le vienen a la meninge y lo segundo porque nunca soy capaz de entenderlas pero presiento, como se presienten las grandes cosas que no se saben aún que son pero el instinto nos dice que serán, hallarme ante un hito de la literatura científica que superará generaciones y generaciones hasta convertirse en un clásico, que al fin y al cabo, es lo que pretendemos todos los que nos dedicamos a enfangar papeles o pantallas.
Ana Botella, ¿a quién se creen que me refería, criaturas?, consiguió entrar a codazos en el Olimpo de los juntaletras cuando dedicó sus ratos libres como presidenta consorte a hacer, firmar y embolsarse una recopilación de cuentos infantiles comentados. Muy comentados, cierto. Una vez asentada entre dioses y diosas, había que meritar , que en el Olimpo son muy suyos y no vale con entrar para quedarse, hay que hacer méritos para permanecer. Así que mi, su, nuestra musa puso las neuronas a trabajar y le salió aquello tan suyo de las peras y las manzanas. Lo que les decía antes, boquiabierta me dejó. De hecho, sigo pensando que la comparación encierra mucho más de lo que se aprecia a simple vista. Convencida estoy de que este es un caso para Eduard Punset y sus teorías sobre las conexiones cerebrales.
Pero que no saque conclusiones precipitadas don Eduard que es que la señora Botella, qué gran personaje se ha perdido el Cluedo, ha vuelto a darnos una lección de literatura que ríanse ustedes de James Joyce. Interrogada sobre la contaminación que asola Madrid y lo que piensa hacer desde su responsabilidad como concejala de Medio Ambiente para despejar el tránsito de Madrid al cielo, doña Ana nos regaló otra de sus perlas, que a generosa no hay quien la gane: según ella, Madrid está lejísimos de una alerta por contaminación, que nunca se va a producir. Y para rematar la argumentación y crear así un nuevo hito en su carrera literaria acabó el comentario señalando que el país “pasa por momentos en los que la gente está deprimida por el paro. Eso asfixia más". ¿Qué me dicen? ¿Cómo se les queda el cuerpo? A mí, malamente. Me corroe la envidia. Ya me hubiera gustado a mí recorrer con esa soltura la distancia que separa la calidad del aire de Madrid de la tasa de paro de España. Sobre todo si lo primero fuera mi responsabilidad y en lo segundo algo me tocara también que, no olvidemos, que los Ayuntamientos también tienen algo que decir sobre la creación de empleo, a ver si va a ser todo mérito de Zapatero. Si con lo suyo ya tiene bastante, no bromeemos.
Pero no se crean que una vez leído esto me detuve ahí y avergonzada por mi incapacidad me dediqué a rellenar cartillas Rubio, no. Debo tener un gen masoquista o algo, porque seguí leyendo el resumen de declaraciones que la futura premio Cervantes había hecho en la COPE, que cada uno se promociona donde le da la gana, y me encontré con el principio y el fin perfectos para un escrito de esos cíclicos tipo Pulp Fiction. Lean, rabien y admiren. "La calidad del aire de Madrid es la mejor que hemos tenido en la historia". Magistral. Ante esta rotundidad argumental, nada que añadir. Marcho a por el sake, el teseen y el tantó. Es una cuestión de honor. Mi seppuku me espera.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 11 de febrero de 2011).

2 comentarios:

  1. "Interrogada sobre la contaminación que asola* Madrid y lo que piensa...". ¡Vale, vale, me callo!

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  2. Aaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyy... y mira que te lo prometí. Nada. Mi cabeza está llena de rizos, poco más. Consuélate, cuando lo escribí me sonó raro, pero pensé que era un principio de aneurisma cerebral y no le di mayor importancia.
    Persevera, amigo Ceto. Algún día hasta lo mismo soy capaz de escribirlo en condiciones.
    Eso sí, sabes que te lo agradezco.

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