Me pillan hoy
sin apenas tiempo, queridos. Saludar y poco más, que está una liadísima
poniendo al día el guardarropa, que entre el cambio de temporada y la de
eventos a los que hay que asistir convenientemente ataviada, no sabe una qué
ponerse para que no le saquen coplas.
A mí, como a
todos, me pilló la abdicación real totalmente a contrapié y sin tener previsto
modelazo alguno para la ocasión y no estoy dispuesta a que vuelva a suceder.
Bien es cierto que abdicar un lunes debería estar prohibido por Ley orgánica o
así. Un lunes es más bien para empezar un régimen, de los alimentarios, coño. O
para apuntarse a un gimnasio y no volver jamás. Los lunes y los días de Año
Nuevo son para los buenos propósitos ¿o se creen ustedes que los Consejos de Ministros
son los viernes por casualidad? Son ustedes enternecedores. Sigan así.
A mí, que soy
tirando a pija por parte de ciudad, me tienen loca esta temporada eligiendo
uniformes para tal cantidad de saraos. Entre las inauguraciones, los
conciertos, las votaciones en el Congreso, las proclamaciones reales, los advenimientos
de protocandidatos y escribir esta columna se me va el tiempo en escaparates. Y
no les digo nada como a alguien le dé por abrir comedores de caridad este
verano. Claro que no veo yo mucho afán en esto. No sea que se visibilice
demasiado la pobreza y nos hagan burlas desde Bucarest. También me quedo
tranquila porque he decidido que para mentarle el origen a más de uno y más de
dos no necesito ataviarme de blanca mantilla, con el vaquero que llevo puesto
ya me viene bien.
Y luego está
el tema de los obsequios. Que en un concierto o en una votación uno está
exento, pero ¿con qué cara te presentas a una proclamación sin un detalle que
demuestre la alegría y el alboroto que te causa? En los advenimientos lo tengo
más claro, ya ven. He pensado en regalarle a cada uno una camisa de cristianar
y que se las apañen. De paso, lo mismo decido mi voto de militanta: el que
demuestre más sentido del humor. Con lo cual, casi estoy por jurar, si no
estuviera feo, que ya lo tengo decidido por descarte.
Pero ¿qué se
regala a un rey el día que le proclaman rey? ¿Y a una reina el día que a
Peñafiel le da el jamacuco definitivo? A mí es que las monedas y demás chorradas
conmemorativas me parecen una horterada supina y de difícil acoplamiento en una
casa moderna y de cuidado diseño como imagino que tienen sus majestades. Había
pensado en un ejemplar de cuidada edición de la Constitución, como recuerdo más
bien, pero me da miedo que le encuentren segundas intenciones y está el patio
para pocas bromas. Así que aquí me tienen, en un sin vivir tal que estoy por
poner una excusa creíble y no presentarme ante el televisor.
Pero
descuiden, a la cita con esta columna me presentaré. Para esto tengo poco
problema. Con ponerme un chaleco antibalas mono lo tengo hecho. Que está la cosa de opinar en la prensa
escrita poniéndose al nivel de las calles de Camden. La ciudad de New Jersey,
no el barrio de Londres. Que por menos del pelo de un chorizo te recuerdan que
haber trabajado para un partido político te inhabilita como junta letras con
criterio, te acusan de mentir (que tiene guasa la cosa) y no te mentan la
inferioridad intelectual por no plagiar a Cañete.
(Publicado en Gente en Cantabria el 13 de junio de 2014).
#solidaridadconolga bien!
ResponderEliminarTodo lo demás también.Los fans es lo que tenemos
Que sois adorables-bles ;)
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