martes, 14 de diciembre de 2010

Tahures del deporte

Hoy estoy contentísima. Ayer el Racing ganó su primer partido fuera de casa de esta liga y aunque no soy de las que se agarra una llantina si los chavales pierden, me alegra que no lo hagan. Estaría más contenta si además hubieran jugado bien, pero entiendo que eso ya es demasiado pedir.
Pero sobre todo estoy contenta por que a mí las historias de superación personal, de ganarle la batalla a los contratiempos y cualquiera que no implique la aparición de un niño o un animal, me gustan. Vale, me aburro de ellas al rato, pero de entrada me gustan. Y el partido de ayer tuvo el mejor final que podía haber tenido, un gol en tiempo de descuento y marcado por un currante del balón que reaparecía cinco minutos después de ocho meses de estar en el dique seco por una lesión muy chunga. Perfectamente lo podría haber filmado Frank Capra.
Aparte de mi vena racinguista, la victoria de ayer me sabe especialmente bien. Y no me refiero a los puntos más que necesarios que se trajeron los verdiblancos, ni a que lo mismo recuperan el sentido común en el terreno de juego y aplican un método de los que dan resultados más que probados, ni siquiera vengo a comentar el momento de alivio de no tener que buscar nuevo entrenador ni dinero para pagarle, porque tengo entendido que con cromos del Coyote no está permitido hacerlo por la legislación vigente, no. Todo esto me alegró, claro está, pero lo que más me satisfizo fue recuperar un poquito, tampoco se crean que me chupo el dedo, más que nada porque quedaría raro y como un garbanzo a remojo, la esperanza en el deporte. Les tengo dicho y no me hacen caso que soy todo sensibilidad.
En estos tiempos que corren, vayan ustedes a saber si dopados o no, los tiempo ojo, da gusto ver como un grupo de jugadores ponen su esfuerzo y sus gónadas al servicio del espectáculo. Y nuestros chicos lo hacen.
Con tanto sinvergüenza suelto por las pistas deportivas, vial en mano, cada vez admiro más a gente como Pedro Munitis que, con sus 35 años, lidera de forma indiscutible a un grupo de currantes del balón. De acuerdo, no es el oficio más duro del mundo, pero tampoco correr en una pista de atletismo ni saltar con o sin pértiga lo es y nuestros unas veces afortunados y otras desgraciados muchachos al menos no hacen uso de sustancias prohibidas para rendir.
Les hablo de Pedro pero les podría hablar de Colsa, de Serrano o de Pinillos y así hasta completar el equipo. Les hablo del Racing pero podría hablarles de la Gimnástica o del Bezana, del Adelma, del Pinta, del Tenis de hockey, de las hermanas Fuentespila o de Ruth Beitia. Les hablo de Cantabria pero podríamos hablar de cualquier lugar de España, del mundo. La mayoría de deportistas son honestos y creen en sus propias fuerzas y méritos y hacen uso de ellos sin aditivos ni colorantes.
Por desgracia, hay una parte de tramposos entre esos deportistas que no respetan las reglas del juego y utilizan comodines, en algunos casos ilegales también fuera del deporte, para habitar un ratito el olimpo de los dioses y más tarde caer, porque siempre caen, y arrastrar con ellos nuestras ilusiones y el prestigio de quienes no juegan con las cartas marcadas, que se ven, sin comerlo ni beberlo, salpicados por la sospecha.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 14 de diciembre de 2010).

2 comentarios:

  1. Lo mismo te sorprende, pero hasta yo, que en general paso muchísimo del fútbol, tengo corazoncito racinguista. Y es que en casa hasta mi madre tiene un punto forofo (hay una foto preciosa de cuando las mujeres todavía no iban al fútbol con la tribuna llena de chicarrones y en medio de toda la tropa mi madre).

    Y eso, porque el Rácing todavía tiene mucho de deporte, como lo suelen tener los equipos modestos, lejos de tahúres (o no tan lejos, que en los equipos tb hay despachos).

    En fin, que Aúpa Rácing y Abajo los camellos ... y las dromedarias, por muy populares que sean.

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  2. Querido, tú siempre me sorprendes.
    (Ha quedado muy Clark Gable ¿que no?)

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