martes, 28 de diciembre de 2010

Espíritu navideño

Debe ser el maldito espíritu navideño o una mala digestión, pero la cosa es que González Pons me enternece. Que bien pudiera ser una forma extraña de alergia, tampoco lo descarto. Pero vamos, que le veo yo estos días como paternal con nos y eso me llega al alma.
No me digan que no es para derramar una lagrimilla de emoción que, con la que les cae a los populares día sí día también, por un variado menú de razones, este hombre se preocupe de la manera que se preocupa por José Luis Rodríguez Zapatero, primero, y por los militantes y votantes socialistas, después. Encogido el corazón me tiene. ¿O será una úlcera? Necesito una segunda opinión.
Lo que está claro es que a don Esteban sí que le ha abducido el espíritu de las navidades futuras y a reventar de generosidad anda estos días. Porque no me van a discutir ustedes que darle pistas al PSOE sobre lo que tiene que hacer para que la lid electoral del 2012 les sea propicia hace peligrar, además del suspense que pudiera tener la cosa, su imagen de enemigo feroz y descarnado. Que desde que ha recomendado a los socialistas que, sea quien sea, el candidato deberá ser el mejor de entre los mejores porque ellos, el Partido Popular, van a presentar al mejor de los suyos, le veo yo más como la abuelita de Caperucita que como el Lobo Feroz.
Es cuando aclara que su mejor baza es Mariano Rajoy cuando se me desmonta la teoría cual clara de huevo mal batida. Y no es que le coja manía a partir de ahí, que yo a la gente mayor la respeto mucho y cuando les pierde la boca lo único que me dan es pena, pero como que me desilusiona. Que ya estaba haciéndome yo un cuento de La Lechera en el que socialistas y populares recorrerían juntos el camino de baldosas amarillas que cruza el reino de Oz y llegarían a Kansas y allí, en paz y armonía, elegirían de presidente del Gobierno al hombre de hojalata y volverían a España dándose un paseo por el arcoiris de Judy Garland.
¿Saben qué les digo? Que me da que estoy a punto de un ataque de diabetes a cuenta de tanto azúcar.
Que no, leches, que no. Que no puedo más. Que esto de intentar que la navidad me llene de buenos pensamientos, de paz y de amor, además de ser misión imposible, me está dando unas agujetas horrorosas. Y total, no hay manera. A mí el señor González Pons me cae fatal. Y me va a seguir cayendo fatal mientras se permita los lujos que se permite. No le vendría nada mal que alguien le recetara un buen colirio porque, mirando mirando la paja en la jaula de grillos que dice es el PSOE, se le ha pasado por alto la viga en el suyo. Y me voy a ahorrar la ubicación exacta por si me leen ustedes en horario infantil, que a mí me gusta cumplir las leyes.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 27-12-2010).

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