martes, 28 de diciembre de 2010

Mírala, la Puerta de Alcalá

Señoras, señores, no busquen más, no estrujen sus meninges intentando encontrar la solución, porque ésta, al modo navaja de Ockham, siempre ha estado ahí, delante de nuestras pituitarias, aunque no hayamos sido capaces de verla. Y ha tenido que llegar otro miembro de la curia a descubrírnosla, que es que ya nos vale.
Pues sí, les hablo del por qué de la violencia machista. Pues estaba muy claro, hijos míos. Si ya nos los explica estupendamente el Obispo de Alcalá, monseñor Juan Antonio Reig Plá. Según él, la violencia doméstica se da sobretodo en aquellos procesos de separación y divorcio, de manera que “los matrimonios canónicamente constituidos tienen menos casos de violencia doméstica que aquellos que son parejas de hecho o personas que viven inestablemete”. Así, sin que se le empañen las gafas.
Me da cierta pereza preguntarle a su ilustrísima qué entiende él por vivir inestablemente. Más que nada porque me lo explique y tenga que cabrearme más de lo que ya me cabrea su simple existencia y la de los que son como él. Acuérdense que este mismo monseñor fue el que despachó una misa por los fusilados de Paracuellos presidida por una bandera franquista. Y el mismo que aseguraba que, cual Esperanza Aguirre cualquiera, los obispos llegan malamente a fin de mes porque son mileuristas.
Viendo su fotografía, he llegado a pensar que era una humorada, de muy mal gusto pero humorada al fin y al cabo, dado su parecido con Antonio Ozores, pero me da a mí que no. Que parece que su ilustrísima habla más que en serio.
Y yo, pecadora convencida, me tengo que aguantar las ganas de mentarle a la madre por mor del respeto que no por falta de ganas. Que el esperpento eclesiástico este se escude en los niños para atacar a quien no entiende me resulta tan asqueroso como increíble. Pero increíble de que no me lo creo, vaya.
Quien es capaz de asociar la violencia machista con la existencia de formas de relación que impliquen la búsqueda de mayor libertad, de más igualdad, que no estén constreñidas por el sometimiento de una de las partes, o la conveniencia social, no puede producirme más que pena porque, una de dos, o no ha entendido nada, y esto también me parece increíble, o es peor y es digno de que le mente a la madre.
Pero vuelvo al tema de los niños, que me tiene loca. Este señor con vestiduras talares se despacha con una frase para enmarcar: “El drama de los niños es no tener padre y madre; un niño tiene derecho a tener un padre y a tener una madre, lo necesitan para tener el hábitat de la ecología humana y lo necesita para crecer como persona que sea capaz de afrontar con seguridad los retos de la vida”. Esto lo pilla Almodóvar y se hace una trilogía.
Muy señor mío, todos, absolutamente todos los niños tienen un padre y una madre. Hasta el niño Jesús, anormal. A partir de ahí, le dejo a usted que le explique a los niños a quienes se les ha muerto algún progenitor qué tienen ellos que ver con esta locura tan suya y porqué no van a ser personas de provecho el día de mañana. Si alguno le responde que preferiría tener a su padre o su madre vivos aunque viviendo en pecado, se jode usted, ilustrísima. No haberse metido en este jardín.
¿Ve usted la Puerta de Alcalá? Háganos un favor y crúcela, ponga proa rumbo a Kabul y a ver si hay suerte.
Si es que me hacen desbarrar.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 28-12-2010).

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