Menudo lío se ha montado con los papeles filtrados por Wikileaks. Que qué quieren que yo les diga, no me parece para tanto la cosa. Está bien, que al Departamento de Estado de Estados Unidos le pueda leer los informes un australiano cualquiera pues, efectivamente, no es lo más deseable, pero tampoco encuentro yo que sea como para tanto escándalo.
Claro que lo mío a lo mejor es por esa afición al cotilleo que tenemos en este país. Se conoce que como, incluso sin ver la televisión, en esta bendita piel de toro estamos todos al tanto de las idas venidas de todo quisqui; quién mantiene relaciones sexuales con quién; quién se opera las tetas; e, incluso, si Andreíta se come o no el pollo, coño, anda mi menda curada de espanto en cuanto a la falta de discreción del personal.
Lo que sí me tiene un poco impresionada es la inocencia de quienes informan al respecto. O eso, o que son gente tan, tan seria y circunspecta que se aísla tanto del superficial mundo exterior que se asombra por el contenido de los legajos filtrados. No me parece serio que se lleven las manos a la cabeza por enterarse de que altos responsables del politburó actuaron contra la presencia de Google en China. ¿En serio les asombra? Yo debo de ser peor persona de lo que creo, porque a mí, conociendo el percal, me parece de lo más normal. Pero más espatarrante me parece que lo más impactante que digan las benditas filtraciones sobre Berlusconi sea que el primer ministro italiano está cansado y desgastado por tantas fiestas salvajes. ¿Y para eso se molesta el Departamento de Estado de los siempre poderosos EEUU en mandar a su embajada que espíe los movimientos del nuevo duce? Eso se lo podía haber dicho yo misma. Igual que les podía haber informado, así, en plan Mata Hari, de que Sarkozy está obsesionado por tener relevancia internacional. Además, les podía añadir que también tiene obsesión por ser bajito y que lo mismo tiene que ver lo uno con lo otro. Tampoco hay que ser el protagonista de ningún libro de Ian Flemming para darse cuenta de que Vladimir Putin es un ególatra con un desmesurado aire autoritario. No sé, nada de esto me parece serio.
Claro que lo mío a lo mejor es por esa afición al cotilleo que tenemos en este país. Se conoce que como, incluso sin ver la televisión, en esta bendita piel de toro estamos todos al tanto de las idas venidas de todo quisqui; quién mantiene relaciones sexuales con quién; quién se opera las tetas; e, incluso, si Andreíta se come o no el pollo, coño, anda mi menda curada de espanto en cuanto a la falta de discreción del personal.
Lo que sí me tiene un poco impresionada es la inocencia de quienes informan al respecto. O eso, o que son gente tan, tan seria y circunspecta que se aísla tanto del superficial mundo exterior que se asombra por el contenido de los legajos filtrados. No me parece serio que se lleven las manos a la cabeza por enterarse de que altos responsables del politburó actuaron contra la presencia de Google en China. ¿En serio les asombra? Yo debo de ser peor persona de lo que creo, porque a mí, conociendo el percal, me parece de lo más normal. Pero más espatarrante me parece que lo más impactante que digan las benditas filtraciones sobre Berlusconi sea que el primer ministro italiano está cansado y desgastado por tantas fiestas salvajes. ¿Y para eso se molesta el Departamento de Estado de los siempre poderosos EEUU en mandar a su embajada que espíe los movimientos del nuevo duce? Eso se lo podía haber dicho yo misma. Igual que les podía haber informado, así, en plan Mata Hari, de que Sarkozy está obsesionado por tener relevancia internacional. Además, les podía añadir que también tiene obsesión por ser bajito y que lo mismo tiene que ver lo uno con lo otro. Tampoco hay que ser el protagonista de ningún libro de Ian Flemming para darse cuenta de que Vladimir Putin es un ególatra con un desmesurado aire autoritario. No sé, nada de esto me parece serio.
Sobre la investigación que se solicitó acerca de la salud mental de Cristina Kirchner no voy a hacer comentarios que me da la risa.
La cosa es que como a los humanos, y en especial a los humanos que juegan a esto de la política, sobre todo cuando es internacional, estas cosas del espionaje parece ser que nos vuelven locos, veo que vamos a tener filtraciones de wikileaks hasta que San Juan baje el dedo. Ya estoy viendo a todos los analistas políticos que en el mundo son desmenuzando los papelillos hasta la última coma y no dejando pollo de Andreíta con cabeza. Menudos seriales nos esperan. Y si no, al tiempo.
Y ya verán cuando empiecen a desfilar los ofendidos por no salir en los papeles. Esa va a ser otra y más gorda. Porque claro, ahora, si no estás en los documentos de Wikileaks, no eres nadie. Desde aquí ya les adelanto, sin mirar, que Rosa Díez no va a aparecer. Eso sí, donde tengo yo mis dudas es en el tema Carmen de Mairena. Al fin y al cabo, ha ganado a la ex socialista en votos. Que es digna de estudio, es.
La cosa es que como a los humanos, y en especial a los humanos que juegan a esto de la política, sobre todo cuando es internacional, estas cosas del espionaje parece ser que nos vuelven locos, veo que vamos a tener filtraciones de wikileaks hasta que San Juan baje el dedo. Ya estoy viendo a todos los analistas políticos que en el mundo son desmenuzando los papelillos hasta la última coma y no dejando pollo de Andreíta con cabeza. Menudos seriales nos esperan. Y si no, al tiempo.
Y ya verán cuando empiecen a desfilar los ofendidos por no salir en los papeles. Esa va a ser otra y más gorda. Porque claro, ahora, si no estás en los documentos de Wikileaks, no eres nadie. Desde aquí ya les adelanto, sin mirar, que Rosa Díez no va a aparecer. Eso sí, donde tengo yo mis dudas es en el tema Carmen de Mairena. Al fin y al cabo, ha ganado a la ex socialista en votos. Que es digna de estudio, es.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 30 de noviembre de 2010).
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