No creo que a estas alturas haya alguien que aún no se haya enterado de que esta noche se celebra el ‘clásico’ que enfrentará al Barça y al Madrid. Llevamos oyendo hablar de él, al menos, desde el día que Montilla decidió convocar las Elecciones Catalanas. Había que buscar un domingo adecuado y el president las colocó en este, con lo cual, los mandamases de la liga, ante las furibundas protestas de los futboleros, decidieron que el partido se celebrara en lunes. Pues muy bien, unos mesecitos que no nos hemos podido abstraer ni del ‘clásico’ ni de las elecciones.
Todo esto nos parece en este país lo normal. Igual que a Revilla Cantabria, a los españoles nos ponen las elecciones, aunque sea de los nervios, y nos pone muchísimo más el fútbol. Y si no, ¿qué me dicen de la semanita que nos ha dado la curia patria a cuenta del deporte rey? Que debe ser que tienen recargando las pilas del discursómetro sobre familia, SIDA, ‘perversiones’ ajenas, disculpas propias y demás clásicos de su quehacer y han decidido, mientras tanto, buscar nuevos yacimientos de fe. Despedido Benedicto en el aeropuerto de El Prat, los obispos se remangaron los hábitos y se pusieron solideos a la obra a organizar un jolgorio acorde a su sexo y condición. Que tuvo que ser una risa verles hacer el ‘brainstorming’. Estas cosas las tenían que colgar de la página web de la Conferencia Episcopal, que el humor negro es otra de las cosas que nos tira mucho en este país.
En estas estaban cuando la paloma les facilitó la solución. Bueno, está bien, lo de la paloma queda muy bíblico y tal, pero es simplemente una licencia literaria. Quien les rescató de la tormenta de ideas, que a esas alturas ya debía ser un ‘sindiós’, como todas, fue el Presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, quien les ofreció llevarles a sede conferencial la Copa del Mundo de Fútbol para que sus ilustrísimas pudieran rendirle honores. Aleluya. Gloria Dei.
Total, que para allá que se fue Villar con la dichosa Copa, que ya debe haber perdido hasta el color de las vueltas que la están dando, en una mano y una camiseta de la selección con su nombre para Rouco Varela que desde entonces es la envidia de sus ilustrísimas. Porque como explicó el propio Rouco, los todos los obispos son muy forofos del fútbol porque “probablemente sea el único deporte que han practicado” ya que es el rey de los deportes en los seminarios y casas de formación. No juró monseñor en vano, que es pecado. No vean ustedes la que se montó cuando hizo entrada la Copa por la sala donde estaban reunidos los 76 obispos que forman la Conferencia Espiscopal Española. Un no parar de salir móviles de los bolsillos de las sotanas para fotografiar el trofeo. Parecía aquello una convención de la Agencia Magnum. Y la ovación con que correspondieron a Villar cuando les hizo la pelota sin tapujos con aquello de “el fútbol español quiere profundizar en lo que ustedes representan: sacrificio, trabajo en equipo, juego limpio y humildad”. Ni Jesucristo resucitando de nuevo en vivo y en directo se hubiera llevado semejante ovación.
Luego, ya, se pusieron serios, se atusaron las sotanas y les propinaron un ligero azote a los futbolistas en forma de reconvención para que recen más y no se limiten a hacer la señal de la cruz al entrar al campo que, aunque les gusta mucho que lo hagan, no lo encuentran suficiente.
Como me estoy notando que me van entrando ganas de ponerme hiriente, lo de Martínez Camino y su defensa de los fichajes de la COPE lo voy a dejar para otro día.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 29 de noviembre de 2010).
Todo esto nos parece en este país lo normal. Igual que a Revilla Cantabria, a los españoles nos ponen las elecciones, aunque sea de los nervios, y nos pone muchísimo más el fútbol. Y si no, ¿qué me dicen de la semanita que nos ha dado la curia patria a cuenta del deporte rey? Que debe ser que tienen recargando las pilas del discursómetro sobre familia, SIDA, ‘perversiones’ ajenas, disculpas propias y demás clásicos de su quehacer y han decidido, mientras tanto, buscar nuevos yacimientos de fe. Despedido Benedicto en el aeropuerto de El Prat, los obispos se remangaron los hábitos y se pusieron solideos a la obra a organizar un jolgorio acorde a su sexo y condición. Que tuvo que ser una risa verles hacer el ‘brainstorming’. Estas cosas las tenían que colgar de la página web de la Conferencia Episcopal, que el humor negro es otra de las cosas que nos tira mucho en este país.
En estas estaban cuando la paloma les facilitó la solución. Bueno, está bien, lo de la paloma queda muy bíblico y tal, pero es simplemente una licencia literaria. Quien les rescató de la tormenta de ideas, que a esas alturas ya debía ser un ‘sindiós’, como todas, fue el Presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, quien les ofreció llevarles a sede conferencial la Copa del Mundo de Fútbol para que sus ilustrísimas pudieran rendirle honores. Aleluya. Gloria Dei.
Total, que para allá que se fue Villar con la dichosa Copa, que ya debe haber perdido hasta el color de las vueltas que la están dando, en una mano y una camiseta de la selección con su nombre para Rouco Varela que desde entonces es la envidia de sus ilustrísimas. Porque como explicó el propio Rouco, los todos los obispos son muy forofos del fútbol porque “probablemente sea el único deporte que han practicado” ya que es el rey de los deportes en los seminarios y casas de formación. No juró monseñor en vano, que es pecado. No vean ustedes la que se montó cuando hizo entrada la Copa por la sala donde estaban reunidos los 76 obispos que forman la Conferencia Espiscopal Española. Un no parar de salir móviles de los bolsillos de las sotanas para fotografiar el trofeo. Parecía aquello una convención de la Agencia Magnum. Y la ovación con que correspondieron a Villar cuando les hizo la pelota sin tapujos con aquello de “el fútbol español quiere profundizar en lo que ustedes representan: sacrificio, trabajo en equipo, juego limpio y humildad”. Ni Jesucristo resucitando de nuevo en vivo y en directo se hubiera llevado semejante ovación.
Luego, ya, se pusieron serios, se atusaron las sotanas y les propinaron un ligero azote a los futbolistas en forma de reconvención para que recen más y no se limiten a hacer la señal de la cruz al entrar al campo que, aunque les gusta mucho que lo hagan, no lo encuentran suficiente.
Como me estoy notando que me van entrando ganas de ponerme hiriente, lo de Martínez Camino y su defensa de los fichajes de la COPE lo voy a dejar para otro día.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 29 de noviembre de 2010).
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