Desde aquel
famoso despido en diferido acuñado para su mayor gloria por la secretaria
general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, el uso del eufemismo en
este país debería estar en condiciones de cotizar en bolsa. La cantidad de
expresiones suaves o decorosas de ideas cuya recta y franca
expresión sería dura o malsonante (definición del término según la RAE) que nos
han saltado a las retinas daría para pavimentar el camino al cielo de las
buenas intenciones.
Yo,
que soy muy de atropar cada moda que pasa por delante de mí, ha sido darme
cuenta de lo que da de sí un eufemismo y hacerme mega fan. Tanto, que se me
hacen pocos los que tengo a mi alcance, así que me he liado la manta a la
cabeza y voy coleccionando aconteceres de difícil explicación para, cuando
tenga un momento libre, crearles eufemismo que los expliquen y poder, así, con
este afán de servicio público que me embarga, ganarme el derecho a echar, en un
futuro que espero muy lejano, unos cantecitos con Gardel y ‘Polaco’ Goyeneche
en ese cielo tan cotizado, que la garganta con arena la llevo yo de fábrica.
Así ando, con
los rizos a toda máquina pergeñando cómo voy a darles expresiones suaves o
decorosas a según qué cosas. Porque a una, que además de un ser de luz es bruta
como un arado, lo que le viene a la neurona y a la boca, prácticamente sin
solución de continuidad, cuando se entera de que tres sacerdotes y un profesor
de religión son acusados de pederastia únicamente son palabras malsonantes.
Pero de un mal sonar que le haría sangrar los oídos a Tourette. No les digo
nada cuando me entero de que, a estas horas, uno de los sacerdotes ya ha
depositado los 10.000 euros de la fianza que les impuso el juez encargado del
caso. El bueno de Georges Gilles debe de andar escandalizado.
Pero he de ser
fuerte y olvidar que quienes tienen como misión en la vida, según su creencia,
extender por el orbe el mensaje de paz y amor, de hacer el bien y cuidar
especialmente de los niños del bueno de Jesús de Nazaret son capaces de semejante
aberración. Que el nazareno era mucho de utilizar expresiones alambicadas a la
hora de explicarse y lo mismo interpretaron mal lo de “amaos los unos a los
otros”, que hay gente muy básica.
Aunque
pensándolo bien, llamar básicos a esta piara que hoy nos ocupa no parece muy
correcto. Me refiero a básico en el sentido de sencillo. Básicos, sencillos
somos ustedes y yo que no creo que ni juntando todas nuestras posesiones
lleguemos a sumar los tres millones de euros de que disponen, en formato 19
casoplones, esos que predican acerca de la caridad cristiana, el amor fraterno
y que tienen, al menos tres de ellos, voto de pobreza asumido.
Claro que
también, en su contrato laboral, va implícito el voto de castidad y miren
ustedes cómo lo respetan.
Del de obediencia ni hablamos, que tiene que estar
Bergoglio que fuma en pipa. Este hombre, con la mala vida que le están dando,
un día de estos termina hablando peor que yo.(Publicado en Gente en Cantabria el 28 de noviembre de 2014).
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