miércoles, 13 de octubre de 2010

Desgana

Yo es que hay días que vengo al taller y no sé a qué vengo.
Que lo mismo es cosa mía y se interfiere mi pereza entre mi obligación de escribir este espacio y mi mala leche habitual, pero es que hoy no le encuentro chicha a nada de lo que la actualidad me ofrece. Vamos, que estoy con una desgana vital que parezco agente cultural, y perdónenme el ripio.
¿A ustedes no les pasa que hay días que no soportan lo que ayer mismo les parecía apasionante? Ayer hubiera matado, cual Belén Estebán cualquiera, disculpen la redundancia, por opinar sobre la victoria de Tomás Gómez sobre Trinidad Jiménez y, sin embargo, hoy me produce un hastío tal el tema que parezco Soraya Sáez de Santamaría en pleno discurso de la vicepresidenta De la Vega. Hasta hace unas horas hubiera hincado el colmillo muy a gusto en la yugular de Doctor Roncero y su gestión como director de la Fundación Santander 2016 y ahora mismo les mentiría si les dijera que sería capaz de escribir más de dos frases sobre el tema sin romper a bostezar hasta que me tuvieran que soldar la mandíbula.
No les quiero ni contar hasta dónde estoy de gürteles, malayas, controladores aéreos, abandonos de Santander por parte del alcalde, AVEs, infraestructuras, molinos de Vestas, COREs, frentes marítimos, planes eólicos y demás temas candentes que la actualidad nos proporciona.
No parece muy coherente que, con este aburrimiento que me invade de vez en cuando con tanta actualidad, se dedique una a esta profesión. Si dios hubiese querido que existiera la coherencia ya me contarán ustedes qué pinta en el mundo el oso hormiguero.
Y es que esta profesión es un veneno contra el que no hay antídoto efectivo. Lo cual no es óbice para que nos pasemos el día renegando de ella y echándola de menos cuando no podemos ejercerla. Pero no nos engañemos, hay días que es un auténtico coñazo y hoy es uno de ellos.
Claro que la culpa la tenemos nosotros. Por plastas y poco originales. Porque nos dedicamos a torturar al lector, oyente o telespectador con el temita que nos llame la atención en cada momento y claro, terminamos aburriéndonos hasta nosotros mismos.
Eso por no hablar de las ovejas que para esas alturas llevan ya dando unos bostezos que sería posible extirparles el bazo sin necesidad de sajar. Por cierto, ¿saben ustedes si las ovejas tienen bazo? No, no se rían, yo no tengo ni idea.
¿Ven? ¿Se dan cuenta? Hay más temas en el mundo sobre los que se podría informar, incluso se debería. A mí me parece muchísimo más interesante que me informen sobre el bazo de las ovejas y las posibles dificultades quirúrgicas de su extracción por vía bucal que tener que tragarme, día tras día, dios mío, día tras día, las declaraciones de los imputados en el caso Malaya, pongamos por ídem, que además son una banda de horteras de no te menees, sin una pizca de glamour.
Lo que les decía, que hay días que vengo al taller y no sé a qué vengo.
Pero mañana será otro día.


(Publicado en AQUÍ DIARIO el miércoles 6 de octubre de 2010).

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