Contra
mi voluntad y mi costumbre hoy no puedo por menos que darle la razón a Mariano
Rajoy, porque cuando la tiene (ni se molesten en intentar recordar cuándo fue
la última vez, se van a hacer daño), la tiene.
Que sí,
que sí. Que Mariano ha dicho que la intención de los socialistas con los pactos
de gobierno en municipios y comunidades autónomas no tiene otra razón de ser
que echar al PP de los mandos. ¡Pues claro!
No sé
de qué se extraña el presi si lo llevan avisando desde cien días después de su toma de
posesión. Que no te queremos, pirata. Ni a ti ni a los tuyos al timón de este
barco, que nos lo vas a hundir.
Luego,
cuando el naufragio iba siendo una realidad, y los niños y las mujeres ya
habían sido tirados por la borda, se lo han dicho todos los días de todas las
maneras posibles. Pero él al timón, estoico de baratillo, sordo al evolucionar
de las mareas, sin darle importancia al agua que le desgraciaba los Lotusse que
le regaló Viri por navidad, que en casa somos muy de celebrala ¿sabe usted?
Y lo
mismo es por el trancazo que ha tenido que agarrar la criatura, con el agua
llegándole hasta el cuello, que la fiebre le entorpece. Más, si cabe.
Porque
la colección de consignas que ha regalado a los suyos para afearles a esa banda
de radicales del puño y la rosa que se alineen con “extremistas a las órdenes
de Venenzuela” es de traca. Este hombre un día nos origina un conflicto
internacional, como si tuviera poco con lo nacional, y se queda tan ancho.
Falta
de diplomacia aparte, le tiene dicho a la otrora alegre muchachada que se jodió
la impunidad. Que me les vais diciendo a esos chicos del PSOE que como sigan
así se van a convertir en “un partido extremista, radical y alejado de toda
centralidad”. ¡Ole! ¡Viva el vino!
De
paso, les ha advertido también que los cien días de cortesía los acompañen con
cien cañones por banda, no sea que esta gentuza se nos suba a las barbas y se
piense que este cortijo es un país democrático.
Que un
concejal transcribió unos chistes de mal gusto allá por el 2011 en su Twitter,
acoso y derribo hasta que dimita. Que lo haría yo, chicos, pero estoy dándole
los últimos toques a la Ley mordaza y luego tengo una manifestación por la
libertad de expresión y no puedo con todo.
Que
otra concejala tiene deudas con la ley por enseñar las tetas en una protesta
contra la Iglesia, en una capilla situada en una universidad pública, leña al
mono hasta que se vaya a su casa. Ocupaos vosotros que yo estaré firmando
acuerdos con la Santa Sede y retirando fondos a las universidades.
A este
paso y como lo vea chungo, no descarten que se pase de bando con tal de que no
le arrebaten el timón.
(Publicado en Gente en Cantabria el 19 de junio de 2015)
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