Tengan cuidado, amigos, estamos viviendo
tiempos muy locos. Que menuda novedad,
dirán. Tienen razón, pero es que a mí el traje de heraldo del Apocalipsis me
tira un poco de la sisa y doy para lo que doy. Ahora mismo para bien poco.
Ando recobrándome de la alegría de ser
testiga del desfile de esta fashion week que están siendo los resultados electorales.
De recuperarme de la campaña electoral propiamente dicha ni hablamos, que para
eso necesitaría de una cura de sueño y está el patio de un alborotado que ni
para una triste siesta da si no se quiere perder una algo.
Ver mi querida Valencia libre de los calorets
(¿o serán caloretes? Chica, a ver si te desasnas) de Rita (qué va a ser de los
pobres redactores de la prensa ché ahora que tendrán que poner apellido al
alcalde y se les van a descuajeringar los titulares) y pensar que El Cabanyal tiene
salvación me tienen más contenta que unas castañuelas. Las mismas con las que
imagino a mis amigos de Cádiz (¡Oe!) despidiendo a Teófila a ritmo de
chirigota.
Pensar en los vallisoletanos y, sobre todo,
en las vallisoletanas que podrán montarse en un ascensor sin sentirse culpables
por meter en algún brete al León de la Riva me emociona tanto que empiezo a
parecer un personaje de Laura Ingalls, ahí, todo el día emocionada.
Lo de nuestro particular súper héroe aún está
por ver, pero la ‘trabanqueta’ ha sido de las de dejarse los perfectos piños
maltrechos. Aunque, con todo y con eso, es el único que ha conseguido salvar el
atrezzo. Ahora sí que no va a haber quien le tosa. O sí, que hay gente “pa tó”,
ya lo decía El Gallo.
Y si no, no se pierdan las ocurrencias de
Esperanza Aguirre, que está la mujer dándolo todo por elevar la moral de la
tropa y proporcionarnos unas carcajadas entre tanto recuento de voto y tanto
pacto post electoral.
Que tenemos a la cazadora de talentos (pueden
reciclar sus risas aquí, gracias) con el gracioso subido y a la que te
descuidas lo mismo te ofrece una alcaldía para evitar que gobiernen los
comunistas bolivarianos (óbvienlo, es un decir, tampoco hace falta ponerse tan
exigentes) encabezados por la jueza que convertirá Madrid en un jardín de
soviets, soviet aquí y soviet allá, maquíllate, maquíllate, que propone un Ayuntamiento de concentración
con la presencia de la jueza de los soviets incluida. Yo no sé qué desayuna
esta mujer, pero debería ser obligatorio y llevar el IVA súper reducido ese
para estar al alcance de todo el mundo. Qué felicidad.
Pero no
se crean que es la única experta en salidas peregrinas, quiá. A Yolanda Barcina
y su particular Ley Godwin, según la cual “los resultados (del domingo 24)
podrían derivar en la Alemania pre Hitler”, dan ganas de cogerla de la mano,
como a María del Monte. Las mismas. Y se
les puede unir en abrazo fraternal la concejala de Rafelbunyol, Nuria Losada,
que está preocupadísima por la quema de iglesias y violaciones de monjas que
van a llevar a cabo las hordas rojas en sus ratos libres de montar soviets a lo loco.
Ya les
digo, queridos, tengan cuidado con estos tiempos tan locos. No sea que se
descuiden y mientras andan despistados en sus cosas Esperanza les ofrezca la
alcaldía de Madrid o un Ayuntamiento de concentración y tengan que decirle lo
que el otro: ¡Contigo no, bicho!
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