Cuando, a punto de cumplirse 30 años de la última intentona seria de llevar a cabo un Golpe de Estado en España, José Bono anunció en la Cadena Ser que se iban a hacer públicas varias actas hasta ahora mantenidas en secreto y bajo custodia, yo, que me lo creo todo, pensé que íbamos a descubrir oscuros secretos, desconocidas claves y misteriosos arcanos del momento en que pudimos volver a la más rancia España por culpa de una banda de amapatrias.
Y resulta que no. Que aquello que hasta hoy mismo todos hemos creído un intento de involución no fue más que una monumental juerga que se les fue de las manos. Que sí, que sí. Que no exagero ni un pelo. Que tienen ustedes las actas para comprobarlo. Y mientras tanto, todo quisque haciendo cábalas. Na. Ya saben ustedes cómo son estas cosas. Se empieza invitando a una fiestecilla privada a unos amigos íntimos, y a la que nos queremos dar cuenta, estos han invitado a otros y estos a otros y así hasta que ya no queda nadie por invitar, y se acaba por tener que tomar al asalto el Congreso de los Diputados porque en la solución habitacional en que moramos no caben los 170 invitados, tricornio arriba tricornio abajo y, además, cualquiera aguanta a los vecinos al día siguiente.
Cuatro botellas de Moët Chandon, seis de cava, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de whisky, 18 de ginebra, así como coñac, vermut, anís...24 botellas de vino tinto... y así hasta sumar bebidas por valor de 106.672 pesetas. Todo ello en 17 horas y media. ¡Coño, pues sí que tenían sed! Y claro, tanto beber y tantas horas de juerga moruna terminan dando hambre. Que por algo se inventó el resopón. 93.349 pesetas de la época en latas de espárragos, mermelada o bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera, café… ¡C.A.F.É.! Muy propio para el momento, sí. Por lo visto, traían menos hambre que sed. Y que no paró ahí la cosa. Que se fumaron 54.800 pesetas. Si les llega a ver la ministra Salgado, se les cae el pelo. Fumando en un espacio cerrado, oficial y en horas de trabajo. No tienen años para pasarlos en la cárcel.
Y porque les pararon a tiempo que si no podía haber sido peor. Que ya tenían preparada una pira para quemar las sillas en medio del hemiciclo. Lo que no dejan claro las actas es si la hoguera era un homenaje a Javier Krahe; era para bailar alrededor del fuego, como si en vez de 23 de febrero fuera 23 de junio y estuvieran preparando una enorme hoguera de San Juan; o es que al coronel Tejero, que tenía esa mala leche tan propia, le dio miedo que alguien propusiera jugar a ‘las sillas’ y él pudiera perder, que ya se sabe cómo eran por aquel entonces los tenientes coroneles y lo cruel que es la gente, que te sacan coplas por mucho menos que eso. Todo esto por no hablar lo que costó devolverle al local su estado original. Lo que tienen las armas cuando se disparan al aire es que no calculan por ellas mismas dónde van a parar los tiros y, claro, me dejaron el garito hecho unos zorros. Por más de un millón de pesetas nos salió la broma en marquetería.
No les extrañe que nunca más quisieran volverles a alquilar el local. Cosa que los demócratas jamás agradeceremos bastante.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 24 de febrero de 2011).
Y resulta que no. Que aquello que hasta hoy mismo todos hemos creído un intento de involución no fue más que una monumental juerga que se les fue de las manos. Que sí, que sí. Que no exagero ni un pelo. Que tienen ustedes las actas para comprobarlo. Y mientras tanto, todo quisque haciendo cábalas. Na. Ya saben ustedes cómo son estas cosas. Se empieza invitando a una fiestecilla privada a unos amigos íntimos, y a la que nos queremos dar cuenta, estos han invitado a otros y estos a otros y así hasta que ya no queda nadie por invitar, y se acaba por tener que tomar al asalto el Congreso de los Diputados porque en la solución habitacional en que moramos no caben los 170 invitados, tricornio arriba tricornio abajo y, además, cualquiera aguanta a los vecinos al día siguiente.
Cuatro botellas de Moët Chandon, seis de cava, 16 cajas de cerveza, 19 botellas de whisky, 18 de ginebra, así como coñac, vermut, anís...24 botellas de vino tinto... y así hasta sumar bebidas por valor de 106.672 pesetas. Todo ello en 17 horas y media. ¡Coño, pues sí que tenían sed! Y claro, tanto beber y tantas horas de juerga moruna terminan dando hambre. Que por algo se inventó el resopón. 93.349 pesetas de la época en latas de espárragos, mermelada o bonito, así como de chorizos, jamones, frutas, ternera, café… ¡C.A.F.É.! Muy propio para el momento, sí. Por lo visto, traían menos hambre que sed. Y que no paró ahí la cosa. Que se fumaron 54.800 pesetas. Si les llega a ver la ministra Salgado, se les cae el pelo. Fumando en un espacio cerrado, oficial y en horas de trabajo. No tienen años para pasarlos en la cárcel.
Y porque les pararon a tiempo que si no podía haber sido peor. Que ya tenían preparada una pira para quemar las sillas en medio del hemiciclo. Lo que no dejan claro las actas es si la hoguera era un homenaje a Javier Krahe; era para bailar alrededor del fuego, como si en vez de 23 de febrero fuera 23 de junio y estuvieran preparando una enorme hoguera de San Juan; o es que al coronel Tejero, que tenía esa mala leche tan propia, le dio miedo que alguien propusiera jugar a ‘las sillas’ y él pudiera perder, que ya se sabe cómo eran por aquel entonces los tenientes coroneles y lo cruel que es la gente, que te sacan coplas por mucho menos que eso. Todo esto por no hablar lo que costó devolverle al local su estado original. Lo que tienen las armas cuando se disparan al aire es que no calculan por ellas mismas dónde van a parar los tiros y, claro, me dejaron el garito hecho unos zorros. Por más de un millón de pesetas nos salió la broma en marquetería.
No les extrañe que nunca más quisieran volverles a alquilar el local. Cosa que los demócratas jamás agradeceremos bastante.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 24 de febrero de 2011).
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