Ayer, cuando llegué, tarde, lo confieso, al foro sobre Políticas de Igualdad que había organizado el PSOE me comentaba una compañera que ya era hora que en este partido presumiéramos de feministas, después de que Bibiana Aído dijera en su intervención que “feminismo y socialismo son dos caras de la misma moneda”. Todos tenemos claro que feministas en el Partido Socialista, como las meigas en los bosques gallegos, haberlas hailas, y hailos, pero otra cosa es presumir de ellas. Y a mí, como a la compañera, me alegra que se presuma y se reivindique. Que ya está bien de complejos, de discreciones mal entendidas y, hasta esto les concedo si se ponen pesaditos, de inoportunas modestias. Como el enemigo es contumaz en el despropósito, no nos va a quedar otra que hablar alto y claro. Y, qué leches, que podemos hacerlo.
Y podemos porque de la mano del Partido Socialista han llegado a este país leyes que están consiguiendo que la igualdad real entre hombres y mujeres cada día esté más cerca de ser una realidad. La Ley de Igualdad, la Ley de Dependencia, la de Salud sexual y reproductiva, la Ley de Matrimonio homosexual, la Ley Integral contra la Violencia de género son ejemplos tan claros y directos como un gancho de Holyfield.
Pero no sólo están estas leyes con nombre propio y amenazadas de origen, que en vez de disposiciones adicionales parece que llevaran añadidas sentencias de muerte, por Mariano y sus mariachis. Ya saben ustedes que en caso, Dios no lo quiera, de que gobierne el del grafismo imposible todas estas leyes serán revisadas y enviadas al baúl de los recuerdos por la alegre muchachada. Decía que no son sólo estas leyes si no que se han llevado a cabo políticas efectivas de cara a la consecución de la igualdad real. Y algo sabemos en esta región de esto.
Por eso, por conocer cómo cambia la vida de la gente cuando hay quien se esfuerza en llevar a la práctica la teoría y conseguirlo es por lo que tenemos que sacar pecho. Por llegar a conseguir algún día, con la razón que dan los hechos ya que aquí las palabras no parecen ser suficientemente convincentes, que se deje de escuchar ese triste a la par que incierto comentario de que “todos los políticos son iguales” tenemos que poner todo nuestro empeño. Por demostrar que la igualdad entre hombres y mujeres no sólo es posible sino imprescindible tenemos que seguir haciendo política y dándole la tabarra al respetable, que parece que no nos fija.
Sí, queridos, nuestra moneda lleva dos caras: socialismo y feminismo. Y es de curso legal. Vale, no me he vuelto loca, ya sé que no sirve para operaciones comerciales, pero tiene tanto valor como las que sí. Hasta ahora nos ha ‘comprado’ derechos, mejor salud, seguridad, más y mejor educación, tiempo libre, respeto, igualdad. Y lo mejor de todo es que no se gasta. Al contrario, cuanto más se usa, cuanto más se reparte, más se multiplica y más valor alcanza.
Con la que se nos avecina en los próximos meses creo que es conveniente gastar. Gastar esa moneda a manos llenas. Por una vez en la vida, está permitido derrochar. Es más, es recomendable hacerlo.
Gasten, derrochen. Sin miedo. No son tiempos para ahorrar. No sea que el mariachi nos pille despistados y mande todo al carajo. Más que capaz es.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 7 de febrero de 2011).
Y podemos porque de la mano del Partido Socialista han llegado a este país leyes que están consiguiendo que la igualdad real entre hombres y mujeres cada día esté más cerca de ser una realidad. La Ley de Igualdad, la Ley de Dependencia, la de Salud sexual y reproductiva, la Ley de Matrimonio homosexual, la Ley Integral contra la Violencia de género son ejemplos tan claros y directos como un gancho de Holyfield.
Pero no sólo están estas leyes con nombre propio y amenazadas de origen, que en vez de disposiciones adicionales parece que llevaran añadidas sentencias de muerte, por Mariano y sus mariachis. Ya saben ustedes que en caso, Dios no lo quiera, de que gobierne el del grafismo imposible todas estas leyes serán revisadas y enviadas al baúl de los recuerdos por la alegre muchachada. Decía que no son sólo estas leyes si no que se han llevado a cabo políticas efectivas de cara a la consecución de la igualdad real. Y algo sabemos en esta región de esto.
Por eso, por conocer cómo cambia la vida de la gente cuando hay quien se esfuerza en llevar a la práctica la teoría y conseguirlo es por lo que tenemos que sacar pecho. Por llegar a conseguir algún día, con la razón que dan los hechos ya que aquí las palabras no parecen ser suficientemente convincentes, que se deje de escuchar ese triste a la par que incierto comentario de que “todos los políticos son iguales” tenemos que poner todo nuestro empeño. Por demostrar que la igualdad entre hombres y mujeres no sólo es posible sino imprescindible tenemos que seguir haciendo política y dándole la tabarra al respetable, que parece que no nos fija.
Sí, queridos, nuestra moneda lleva dos caras: socialismo y feminismo. Y es de curso legal. Vale, no me he vuelto loca, ya sé que no sirve para operaciones comerciales, pero tiene tanto valor como las que sí. Hasta ahora nos ha ‘comprado’ derechos, mejor salud, seguridad, más y mejor educación, tiempo libre, respeto, igualdad. Y lo mejor de todo es que no se gasta. Al contrario, cuanto más se usa, cuanto más se reparte, más se multiplica y más valor alcanza.
Con la que se nos avecina en los próximos meses creo que es conveniente gastar. Gastar esa moneda a manos llenas. Por una vez en la vida, está permitido derrochar. Es más, es recomendable hacerlo.
Gasten, derrochen. Sin miedo. No son tiempos para ahorrar. No sea que el mariachi nos pille despistados y mande todo al carajo. Más que capaz es.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 7 de febrero de 2011).
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