viernes, 26 de septiembre de 2014

Los hombres que no amaban a las mujeres



Vengo esta semana contenta pasada. Por fin Mariano nos ha dado una buena noticia que, ahí, en plan matrioska, traía otra dentro. Miren que es difícil que Mariano nos dé alegrías, pero toda regla tiene su excepción, y ya ven por dónde, el Gobierno ha decidido dejar de lado (cuidado ahí) la reforma de la Ley del aborto. Y como la regla y la excepción, a todo cerdo le llega su San Martín, así que en este estupendo dos por uno, Gallardón se ha enfurruñado y se ha largado a su casa con el Scattergories bajo el brazo, dejando tanto descanso como paz le deseo que lleve.

Pero claro, la felicidad nunca dura mucho en la casa del pobre. Pasado el primer instante de alegría y alborozo, volvió la realidad, que es más terca que una mula, a campar por sus respetos. Porque la contrarreforma que le encargó Mariano al señor ese que nació póstumo y luego dimitió era solo una batalla más en la guerra que el Partido Popular tiene contra las mujeres. Y aunque puede parecer una frivolidad mía, no lo es. Nada menos que 71 diputados del PP lo corroboraron el día que pusieron su firma en el recurso de inconstitucionalidad presentado por ese partido a la Ley de plazos vigente. Ese recurso sigue vivo y no parece que haya intención de retirarlo. No me podría alegrar más de errar en un pronóstico.

Hace unos meses, concretamente el pasado 23 de mayo, me preguntaba en esta misma sección qué será eso tan gordo que les hemos hecho las mujeres a estos chicos tan tiesos del Partido Popular. Y sigo sin respuesta. Pero me he dado cuenta de lo injusto de mi planteamiento. Porque por lo visto no solo se lo hemos hecho, sea lo que sea, a los de la alegre muchachada, sino también, por lo visto, a unos cuantos más, que están los ‘monseñores’ que no dan abasto a soltar lindezas por esas boquitas de piñón. Claro que su carencia de carnet de militantes no quiere decir nada, ahora que lo pienso.

No quisiera cansarles, más, con cada salida de pata de banco con las que sus eminencias reverendísimas tienen a bien distraernos los días, pero no puedo pasar por alto el último rebuzno de ‘monse’ Reig Plá, a la sazón, obispo de Alcalá de Henares. Ha declarado él, que es de mucho declarar, que el Tren de la Libertad no debería llamarse tal, “sino el tren de la muerte, del holocausto más infame”. Y se ha quedado tan reverendísimamente a gusto.

Qué quieren que les diga. A mí eso de comparar el Tren de la Libertad, que les recuerdo fue una iniciativa de un colectivo feminista asturiano contra la contrarreforma hoy felizmente retirada a la que se sumaron miles de mujeres y hombres, benditos sean, de todo el país, compararlo digo, con los trenes de Auschwitz me parece de una bajeza moral digna de primer premio en un concurso de bajezas morales. Por no hablar de lo escasitas que andan la afirmación y la eminencia afirmante de la tan cacareada caridad cristiana. 

De momento, salvamos la Ley de plazos, pero no podemos bajar la guardia, ni en este tema ni en todos esos otros que nos están abocando a las mujeres a volver a ser ciudadanas de segunda. 

(Publicado en Gente en Cantabria el 26 de septiembre de 2014).

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