viernes, 21 de enero de 2011

Un hombre de verdad

En verdad, en verdad les digo que tengo que dejar de ver la televisión por una temporada o me pondré peor de lo mío y esto va a ser un ‘sindiós’.
Ayer fue la inefable Cuca y hoy el apasionante mundo de los anuncios. Miren que soy yo aficionada al mundo de la publicidad y que tengo las tragaderas lo suficientemente dadas de sí como para andar persiguiendo a los creativos por otra cosa que no sea el puro y estricto mal gusto. Claro que el anuncio que ayer casi me provoca un sangrado en las retinas y, de paso, un derrame cerebral es en sí mismo una oda al mal gusto de manual. Lo que ya no sé es si me debería ofender tanto o más que a cualquier hombre que se lo eche a la vista, que tampoco quiero yo parecer un personaje de Dostoievski.
Soy consciente de que a estas alturas, queridos, ya ni se toman ustedes la molestia de preguntarse de qué demonios estoy hablando. Y hacen muy requetebien, porque para qué si se lo voy a contar. Pues pongamos uñas a la tecla, que no quisiera que se me aburrieran antes de tiempo y se vayan a leer cualquier noticia interesante y me dejen aquí tirada con mis sinsustancias.
Como no hay manera de sustraerse a la avalancha publicitaria, véase la cadena que se vea, salvo La 1, of course, llegados esos momentos de hacer caja acostumbro a poner el piloto automático, los ojos en blanco, la mente en traslúcido y me dejo llevar por la sinfonía de detergentes, colonias, métodos infalibles para parecer más jóven, recetas caseras que tienen de caseras lo que de infalibles los métodos, papillas para niños y leches varias. Les recomiendo el sistema, rara vez hay heridos.
Pero ayer me debió pillar el momento fenicio en una hora tonta, lo cual no es muy difícil, y fui consciente por primera vez de un anuncio de una gran superficie comercial que ahora, a estas alturas, pretende hacernos creer que lo suyo no es un negocio sino una ONG. Esto lo sé, la intencionalidad, porque sí que había visto algún que otro de los anuncios de la campaña y había tenido que hacer un esfuerzo para no salir como loca a consumir en uno de sus establecimientos para elevar el nivel de habitabilidad del planeta y las condiciones de vida de sus gentes. Espíritu solidario que tiene una.
Me asaltó, ya les digo, el anuncio en cuestión y como me encontró desprevenida le presté atención. Maldita la hora. Me encontré de repente ante la imagen de un ser humano de género masculino talla XXL, con una imagen un tanto, cómo les diría yo, casual. Y les digo casual porque, gracias a los metrosexuales que en el mundo son, el ir descamisado por la vida no siendo seguidor de Evita, enseñando la camiseta de tirantes y el pelo en el pecho, ahora ya no lleva implícita la etiqueta de guarro. Pero claro, lo que tampoco lleva implícito, como reza la voz en off del spot, es que el señor de la pantalla sea “un señor hombre, de los que dicen las mujeres que ya no quedan”. No vean el respingo que pegaron mis rizos. Que, por otra parte, no fue nada comparado con el vuelco que me dio el corazón cuando en la siguiente imagen me aparece mister Cromagnon arrastrando un carrito de la compra, hortera a más no poder, y haciendo alarde de la hombría, “a lo Paco” (sic) que supone acarrear con semejante monumento al mal gusto mientras se pasea uno por un centro comercial abarrotado de señoras realizando tareas propias de su sexo y condición.
Señores empresarios, amigos publicistas, la hombría tiene poco que ver con lo que sus neuronas han perpetrado. Habrán retirado ustedes las bolsas de plástico de sus líneas de caja, haciendo un indudable bien al planeta, pero procuren contárnoslo de una manera que no ofenda a la inteligencia de gran parte de los habitantes de ese mismo planeta.
Por el bien de mis rizos se lo pido.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 21 de enero de 2011).

2 comentarios:

  1. niña!!

    no veas el del yogur...es peor!

    Besets,

    http://taconeanding.blogspot.com

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  2. ¿Ese es el del tipo que come yogur con cara de estar sentándole malamente? Ví la imagen, pero no lo he escuchado so riesgo de comenzar una batalla talibán. Que me conozco y el de esta cadena es el super que mejor se adapta a mis necesidades de los que me rodean.
    Qué lástima tanta creatividad desperdiciada.

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