No me pregunten por qué, que lo
mismo es cosa del agua, del aire, de la crisis o de que definitivamente los
astros se confabulan y han colocado a todo el mundo a mi nivel de insania, pero
la cosa es que anda la peña revolucionadísima y dándose, a lo loco, a
reivindicar, lo que sea, como si no hubiera un mañana.
No seré yo quien se queje de que,
por fin, a la multitud pasmada que nos acompaña en el devenir vital le dé por
implicarse en los avatares ajenos, pero un poquito de criterio sí que sería de
agradecer, también se lo digo. Que es que nos hemos vuelto todos locos, venga
de reivindicar y reivindicar, y esto empieza a parecerse a un sindiós organizado
por un esquizofrénico en jornada de puertas abiertas en el frenopático.
Y es que no pasa día en que
aparezca algún nuevo bienintencionado que nos haga lubricar el lagrimal a la
par que nos encoge el corazoncito con algún hecho digno de aparecer en portada
de un cuento de Dickens. Y sí, todos ellos son tristísimos, todos son, o a
veces más que ser parecen, denunciables. Por todos ellos a nosotros, personas
sensibles (bueno, eso ustedes, yo solo lo logro aparentar los días impares ¿o
son los pares? ni me acuerdo), se nos encoge el alma hasta pesar diez gramos y
medio, o dicho de otro modo, la mitad de lo que según Duncan MacDougall pesa el
alma. O sea, una birria.
Ni se me ocurriría pedir que
nadie deje de protestar, pedir, reivindicar, exigir o solicitar educadamente,
que cada uno elija la modalidad que más se adecúe a su carácter, lo que tenga a
bien. Si a mí esto me parece sanísimo, aunque la mayor parte de las veces
derive en decepcionante, pero sanísimo al fin y al cabo. Lo que sí me
encantaría es que la peña no se entregara a causa alguna, por muy loable que sea,
sin antes informarse convenientemente. Que el ser humano es de naturaleza tierna
y solidaria, vale, que hay quien no, pero no me quiten la ilusión, coño, y se
tira de cabeza y sin darle más de una vuelta a las múltiples caras del prisma
de cualquier problema. Y cualquier día alguien se hace daño.
Y que yo esto se lo digo porque
les aprecio, queridos. Que nos volvemos obtusos y nos tiramos en plancha a ver
si hacemos diana en una buena causa y luego vienen los lloros y el rechinar de
dientes. Que no siempre es tan buena la causa ni quienes están detrás de ella.
Por si las moscas, yo les recomendaría que cuando se les cruce una ‘buena’
causa acudan a los clásicos: busquen, comparen y si encuentran algo mejor…
(Publicado en Gente en Cantabria el 30 de enero de 2015).
No hay comentarios:
Publicar un comentario