miércoles, 30 de marzo de 2011

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Hay que reconocerle a nuestros políticos su capacidad para entretener nuestro devenir diario, que hay días en que no dan ni oportunidad al aburrimiento. Ya saben ustedes, queridos míos, que desde ayer la Ley Electoral prohíbe inaugurar, incluso visitar de forma oficial, obras, monumentos o pasos de cebra hasta después del 22 de mayo. Así que no quieran ver las carreras que se me han pegado las criaturas ayer para inaugurar todo lo inaugurable e, incluso, lo que no. Tengo agotados los rizos sólo de leer las informaciones al respecto, no les digo más.

En este pecado inaugural han caído todos, de un partido y de otro, no se crean. Pero como en todo, en esto también hay clases. Mientras en Barcelona su alcalde, el socialista Jordi Hereu, inauguró el Museo de las Ciencias Naturales aunque no funcionara aún su fonoteca ni alguno de sus paneles interactivos, el premio a este concurso de fulgurantes despropósitos se lo ha llevado, una edición más, el Partido Popular. Bien es verdad que jugando con ventaja, porque han sumado sus fuerzas en Madrid y Valencia y, claro, así no hay quien compita. La lideresa y su equipo participaron el lunes en no menos de diez inauguraciones. No quiero pensar cómo acabaron los zapatos de Esperanza de tanto trote cochinero. Pero a pesar de la acumulación de actos y posibles varices, que es lo que tiene mantener el pie firme e impasible el ademán, el accésit es para ¡tachán! el Ejecutivo valenciano y aledaños.

Pensaba yo que con la inauguración del aeropuerto de Castellón, donde los aviones ni están ni se les espera hasta dentro de un mes y pico, ya lo había visto todo. Pobre infelice. De Carlos Fabra ya no es sorpresa que nos tome el pelo, ni siquiera diciéndonos, tan pizpireto él, que la inauguración tempranera es para que la ciudadanía tenga la oportunidad de pasearse por las pistas de aterrizaje como Boeing 747 por su casa, cosa que es bien sabida es uno de los sueños de cualquier ciudadano que se precie. Hay que ser conscientes de que siempre viene alguien y te supera. Y por supuesto, ese alguien llegó. Detrás de Fabra vino Rita ¿a que parece un jeroglífico de mal gusto? Vale, lo arreglo. Detrás de Fabra llegó Rita. E inauguró una línea de metro sin metro al grito de “¡Que baje todo Benimàmet a ver esta obra, esta realidad!”, imbuida sin duda del espíritu de Leónidas. No hay noticia de si los vecinos de Benimamet le hicieron los coros al mejor estilo espartano o un corte de mangas.

Pero el primer premio, el honor supremo, la página escrita con letras de oro en la historia de las inauguraciones se la lleva nuestro amigo Francisco Camps. Se conoce que necesitaba estrenar algún traje y se montó la inauguración de un hospital en la Vall d’Uixó. Digo yo que esta gente del PP ha tomado a los castellonenses por gilipollas ¿no? Ah, esperen, que es que no lo he explicado bien. Es que no inauguró un hospital en tres dimensiones y tamaño real, aunque estuviera vacío, que a este paso ya qué más da. No. Presentó el proyecto en papel. “¡Os prometí un hospital y aquí tenéis la maqueta!”, dijo sandunguero como es él.

Hay noticias de que Leónidas se revuelve como loco sobre su escudo.


(Publicado en AQUÍ DIARIO el 30 de marzo de 2011).

martes, 29 de marzo de 2011

Basura

Creo que debería dar gracias al cielo de esta capacidad mía para el asombro. O de la capacidad para asombrarme que tienen los demás. No sé, no me decido. Tras varios días de astenia primaveral periodística, lo que viene siendo aburrimiento de toda la vida de Dios, me lanzo cual posesa a ver sobre qué escribo hoy y hete aquí que lo más rancio de papel couché me salta a los ojos desde la página web de Público. Y claro, esa presa es demasiado fácil para dejarla escapar por un quítame allá esa campaña electoral, que sobre eso ya hay demasiada gente que opina.

El rancio en cuestión es esa especie de maniquí de buena familia catalana, que ya se sabe que son mejores familias que las estandar del resto del país, que pasa por ser el novio (su carcajada aquí, gracias) de Lina Lollobrigida, un tal Javier Ridau. Desconozco por qué razón se descuelga el muchacho hablando de su sexualidad de macho de la rivera del Ebro, aunque imagino que será en respuesta a alguna pregunta del algún ‘incisivo’ juntaletras, pero me preocupa la salida de pata de banco del ínclito: “Yo imagino que el sexo entre hombres debe ser de una manera que yo me imagino que debe ser muy fuerte y muy doloroso. (...) Las personas que siempre me han querido tantear son todos gente gay, y cuando se les ha dicho que no, entonces me han atacado. Ojo, que es el perfil que hay”. Y sigue pudiendo salir a la calle sin que le apedreen, oigan.

Si alguien con el perfil de Ridau, con la educación y vivencias que dan una posición acomodada es capaz de semejante estrechez de miras, capaz de soltar una bellaquería como esa, o mejor dicho, varias en la misma frase, ¿qué podemos esperar del resto de la socidad? Este tipo de personajes, de los que Ridau es sólo un ejemplo a mano, son los que llenan horas de televisión y páginas de revistas, la radio, deo gratia, se ve libre, de momento. Y dejamos que sean referentes para nuestros jóvenes. ¿Así pensamos mejorar la tan vapuleada sociedad en que vivimos? Pues vamos de cráneo.

¿Algún voluntario en la sala para hacer algo al respecto?

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 29 de marzo de 2011).

martes, 22 de marzo de 2011

La gata sobre el tejado de zinc caliente

Por más que la gente pequeña de mente y espíritu se empeñe en repetir una mentira hasta la saciedad ésta no se convertirá en realidad. Vale, esto lo sabemos todos y algunos hasta lo tenemos claro. Pero también ocurre todos los días que a fuerza de repeticiones, hay gente que se cree esas mentiras y las acopla a su día a día, a su ideario, a la manera en que educa a sus hijos, en definitiva, a su forma de vida. Siguen sin ser realidades, pero ya hay quien les otorga esa capacidad.
Por más que nuestros alegres chicos del PP repitan una y otra vez que el AVE no llegará a Cantabria, llegará. De hecho, ustedes, queridos míos, habrán leído que “el papeluco ya está en Bruselas”, como bien nos informa nuestro presidente regional, con su habitual gracejo. Pero ellos, la chavalería popular, impasible el ademán, repiten hasta la arcada que no, que no llegará, que nos están engañando, que es mentira, que mire profe cómo Miguelito me está tirando de las trenzas. Enfrentados con la posibilidad, con el ‘a lo mojó’ sí que llega, cambian el discurso pero poco. Nos engañan, son malos, sólo el AVE a Cantabria se financiará con fórmula mixta. Mentira también. El de Galicia es hermano gemelo.
Pero da igual. Podemos desgañitarnos contando la verdad, dejarnos los ojos rebuscando la trampa en los papelucos para darles un zas en toda la boca, son ganas de perder el tiempo. La mentira ya está en el aire y respirada. Luego, si ustedes se fijan, y sin que se fijen mucho también se darán cuenta, se encontrarán con que a la que se descuiden alguien se lo soltará en su cara como verdad absoluta. Y seguirá dando igual lo que ustedes puedan rebatir. Ahí tienen un convencido y de ahí no hay quien le apee, faltaría más.
Deberíamos, todos, tener más cuidado. Ya no les voy a hablar de ética, de respetar la verdad, de hacer las cosas como se deben hacer. Para qué. Pero sí les voy a hablar de responsabilidad. De la que todos deberíamos tener. De darnos cuenta de que la mentira suele tener consecuencias. Y si esas consecuencias fueran, como son, nefastas para el mendaz, pues miren, con su pan se lo coma. Piedad la justa. Pero no es lo habitual. Lo normal es que las consecuencias las sufran quienes no tendrían porqué.
Y en esto no estamos exentos de culpa los profesionales de la prensa. Y hoy no me apetece torturarles con el teorema Pedrojota, claro ejemplo de mendacidad elevada a los altares. Ni de la falta de respeto a todos los estamentos democráticos de la que hace alarde días pares e impares. No. Hoy prefiero hacer acto de contrición y reflexionar sobre nuestra responsabilidad al escribir titulares, al desgranar noticias, al elegir fotografías. Nunca es inocente, ni tiene porque serlo, pero sí debería de ser hecho de forma responsable.
Hablar de denuncias falsas cuando hablamos de violencia de género tiene consecuencias, así que deberíamos hacerlo desde los datos, rigurosos, que aporta quien los tiene que aportar, el Consejo General del Poder Judicial. Y estos datos nos dicen que sólo el 0’018% de las denuncias de este tipo son falsas. Desde luego, con este dato no se puede hablar de la gran cantidad de denuncias falsas que se reciben en los juzgados. Estaríamos mintiendo.
Pero se ha dicho, se sigue diciendo y les reto a ustedes a que encuentren a alguien a quien no le hayan comentado alguna vez que las mujeres utilizan las denuncias falsas para quedarse con algo tras una ruptura.
Luego seguimos echándonos las manos a la cabeza cuando muere otra mujer víctima de violencia de género. Nos extrañamos cuando nos cuentan que no había denunciado los malos tratos que sufría. Ponemos en tela de juicio la eficacia de la Justicia, de la policía, de las leyes. Pero no entonamos el mea culpa por mentir, a sabiendas de que lo hacemos, y jugar con fuego.
Entonces no puedo evitar pensar en La gata sobre el tejado de zinc caliente. Yo me entiendo.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 18 de marzo de 2011).

sábado, 12 de marzo de 2011

Malnacidos

Leo las declaraciones de la ex teniente de alcalde del Ayuntamiento de Portugalete, Esther Cabezudo, y no puedo evitar que me recorra un escalofrío por la espalda. Esther cuenta, en su declaración ante la Audiencia Nacional en un juicio contra Asier Arzalluz Goñi e Idoia Mendizabal, los etarras a los que se juzga por atentar contra la ex edil en febrero de 2002, cómo ocurrió el atentado contra su vida y cuáles son las secuelas que dejó en ella. Y no todas, ni siquiera las peores, son físicas. Esther no ha vuelto a ser la misma. Sigue, nueve años después, sintiendo miedo. “Siempre tengo miedo”.
Tiene que ser horrible vivir atemorizado continuamente. Revivir una y otra vez cómo la onda expansiva de la bomba colocada para matarte, de lo que tienes que tener una consciencia plena cada minuto de tu vida, te lanzó por los aires varios metros, cómo dañó permanentemente tus oídos, cómo alojó en tu cuerpo varias partículas de metralla, cómo fue una cuestión de ‘suerte’ el que no te pillara de pleno el artefacto ya que no caminabas por tu senda habitual, cómo el escolta que te acompañaba se levantó tras el impacto y corrió a proteger tu cuerpo con el suyo creyendo, quizá, que te vendrían a rematar. Si alguien es capaz de imaginarse sólo una milésima parte de lo que esto puede producir en su persona, que me lo cuente despacito, porque yo no soy capaz.
Esther es una más de los miles de víctimas de ETA. Pero ninguna víctima es una más. No debería. Toda víctima de violencia, de la clase que sea, es inocente en su calidad de víctima. Quiero decir que no hay razón sobre la faz de la tierra que justifique el uso de la violencia, sea quien sea la víctima, así como sea quien sea el verdugo. Tras miles de años de historia es inadmisible que la violencia siga dominando nuestras vidas. Tras miles de años de historia es incomprensible que la violencia se adueñe del género humano y anule nuestra capacidad de razonamiento, de diálogo.
Cuando escribo esto han pasado escasas horas desde las últimas detenciones de terroristas. Parece ser que se ha descabezado el aparato militar de ETA. Por cierto, cada día me parece peor que utilicemos el término militar para referirnos a quienes dirigen a los ejecutores, como me rechina utilizar el término político para quienes ponen la mirilla sobre las víctimas, aunque entiendo la necesidad de encontrar términos comunes para definir el espanto. Se ha detenido, decía, al presunto jefe de los asesinos. Y también mientras escribo esto se conmemora el atentado de la estación de Atocha. Y recordamos a las víctimas de unos y de otros. O, al menos, el común de la sociedad las recuerda y vuelve a emocionarse en el recuerdo.
Mientras, hay quien vuelve a utilizar el horror para sus propios fines. Hoy volvemos a ser espectadores del intento de manipulación política de quienes han sufrido en sus carnes el zarpazo del sindiós. Quienes pretenden otorgar a las víctimas, otorgarse a sí mismos, la exclusiva de la razón y el conocimiento; quienes enfrentan a unos contra otros, ayudando con su mezquindad al mantenimiento de la violencia, ya que no son capaces de dialogar, de razonar, de ceder, y sí de enfrentar, imponer, manipular, mentir. Y ahora no hablo de los terroristas. Estos matan y todos lo tenemos claro. Ahora hablo de los que utilizan el dolor del otro para su propio beneficio, bien utilizando su condición de víctima, bien la de paladín. Ahora hablo de malnacidos.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 12 de marzo de 2011).

jueves, 3 de marzo de 2011

Solidarios

El mundo está convulso. Pues vaya novedad, pensarán ustedes. Y tienen toda la razón del convulso mundo. El mundo se está convulsionando desde que es mundo. Esto es un no parar. Tiene que tener unas agujetas horribles en las entrañas, pobrecito.
¿Y qué mosca le ha picado a esta ahora, a buenas horas, para hacer tamaño análisis de la señorita Pepis? Pues miren, que hoy me he levantado más básica de lo habitual, que ya es. Y claro, es levantarme básica y no entender nada. No es que de normal entienda gran cosa acerca del comportamiento humano, la verdad, pero hoy, durante el sueño, he debido de resetear y no entiendo nada de nada. Para mí los conflictos internacionales y la participación del resto del mundo en esos conflictos es un arcano y los extraños mecanismos que menean, porque eso no es moverse, es menearse, la mente humana, sobre todo la de los humanos de a pie, entiéndanme, ya ni les cuento.
Estamos asistiendo estas semanas a las protestas, revoluciones, o llámenlo cómo mejor se les ocurra, de los ciudadanos de un montón de países árabes, hartos de vivir bajo la bota de sátrapas agarrados al poder cual piojos, matando a su pueblo de hambre, o de falta de derechos, o de ambas, o directamente matando a su pueblo, sin más. Eso sí, desde nuestras pantallas, indignados, atentos, sin reclamar a los estamentos más cercanos que levanten la voz, que echen a correr para ayudar a los egipcios, a los tunecinos, o a recoger los cadáveres de los libios. No quiero decir que tengamos que soltar la pantalla e irnos todos a una a la escena del crimen, que con esa avalancha lo íbamos a poner todo perdido e iba a ser peor el remedio que la enfermedad, además de destrozar cualquier prueba del delito ¿qué pasa, que no ven ustedes a Grissom? Pues eso. Pero sí está en nuestras manos firmar peticiones, hacerlas, incluso, para que nuestros occidentales gobiernos tomen cartas en el asunto; también está en nuestras manos, en nuestra indignación, explicarles muy clarito a nuestros representantes políticos cómo queremos que gestionen nuestro voto, desde asistiendo a manifestaciones hasta cambiando el sentido del voto en un par de meses, eso sí, pensándolo muy mucho, que si ahora no lo vemos claro, imaginemos lo que puede ser si llegan los amigos de la gaviota a gestionar la solidaridad internacional…escalofríos me entran; escribiendo, criticando, mandando cartas a los medios de comunicación, apuntándonos a organizaciones no gubernamentales, en fin, protestando activamente si es que nos preocupa realmente la situación.
Y hablo de estos países porque nuestra indignación siempre aflora a golpe de titulares. Ni Mubarak ni Gadafi llegaron al poder hace dos días, precisamente. Pero ahí estaban, tan calentitos, tan a gusto en su trono, tan acompañados por los dignatarios mundiales que les recibían en sus saraos para dignatarios. ¿Qué tal los niños, mister Mubarak? Póngame a los pies de su señora, señor Gadafi (si es que la encuentra entre tanta amazona suelta que lleva consigo). Me refiero a estos países pero podría referirme a muchos otros. Otros que tiene piel de cordero pero esconden debajo al lobo que es un lobo para el hombre, que firman convenios internacionales pero no los cumplen sabedores de que los organismos internacionales que, se supone, controlan el cumplimiento de esos convenios ni están ni se les espera. Y cuando alguna organización no gubernamental decide ir a controlar que se respeten los derechos básicos en estos países, a sus enviados se les encarcela por ser peligrosos, incumplir las leyes del país y llamar a la revuelta.
Cualquiera que conozca a Pilar Chato se sorprenderá de que el gobierno panameño la considere una amenaza. De hecho, cualquiera que la conozca se sorprendería de que Pilar sea considerada una amenaza para nadie. Pilar es periodista y a lo mejor por esto se la considera un peligro para el gobierno de Panamá. Pilar es solidaria, a lo mejor por esto los mezquinos que abundan en este mundo y en nuestra región se dedican a escribir comentarios en la página web del periódico en el que Pilar trabaja, y en el que pidió la excedencia para irse a vivir la aventura panameña, se dedicaron a increparla porque no entienden el porqué tenía que irse a “hacer el tonto” (sic) a otro país, a “meterse donde no la llaman” o simplezas por el estilo.
Hoy Pilar ya está en casa. Ha vuelto de Panamá por culpa de su gobierno. La obligaron a irse del país, no por ser una revolucionaria, no, sino por acudir a vigilar que se respetaran los derechos de unos manifestantes contra la minería. O sea, por hacer lo que no hemos sido capaces de hacer los demás. Pues bravo por Pilar.
Yo quiero un mundo donde esté Pilar. Donde esté Paco, su compañero de aventura. Quiero un mundo donde gente como ellos sean capaces de abandonar su cómoda vida, cómoda sí, para nuestros estándares puede que no, pero para los de los países donde son necesarios, comodísima vida, y agarrar la maleta e irse a ayudar a los demás, a vigilar por su seguridad, a dar fe para que el mundo se entere de lo que pasa más allá del dintel de su puerta. Y donde los mezquinos, los idiotas que no ven más allá de sus narices, no tengan cabida, no tengan posibilidad de insulto, no existan. Ya, sé que es una utopía, otra más, pero por pedir que no quede.
Hoy Pilar y Paco son un ejemplo. Son el ejemplo, de hecho. Pero no son los únicos, afortunadamente. Miles, millones de personas en el mundo dedican su tiempo a la solidaridad, en todos los aspectos, de todas las formas posibles. Algún día, a lo mejor, conseguimos arrinconar a los lobos con piel de cordero y a las hienas con risa imbécil. O no, pero no dejemos de intentarlo.
Bienvenida a casa, Pilar. Gracias

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 3 de marzo de 2011).