martes, 22 de marzo de 2011

La gata sobre el tejado de zinc caliente

Por más que la gente pequeña de mente y espíritu se empeñe en repetir una mentira hasta la saciedad ésta no se convertirá en realidad. Vale, esto lo sabemos todos y algunos hasta lo tenemos claro. Pero también ocurre todos los días que a fuerza de repeticiones, hay gente que se cree esas mentiras y las acopla a su día a día, a su ideario, a la manera en que educa a sus hijos, en definitiva, a su forma de vida. Siguen sin ser realidades, pero ya hay quien les otorga esa capacidad.
Por más que nuestros alegres chicos del PP repitan una y otra vez que el AVE no llegará a Cantabria, llegará. De hecho, ustedes, queridos míos, habrán leído que “el papeluco ya está en Bruselas”, como bien nos informa nuestro presidente regional, con su habitual gracejo. Pero ellos, la chavalería popular, impasible el ademán, repiten hasta la arcada que no, que no llegará, que nos están engañando, que es mentira, que mire profe cómo Miguelito me está tirando de las trenzas. Enfrentados con la posibilidad, con el ‘a lo mojó’ sí que llega, cambian el discurso pero poco. Nos engañan, son malos, sólo el AVE a Cantabria se financiará con fórmula mixta. Mentira también. El de Galicia es hermano gemelo.
Pero da igual. Podemos desgañitarnos contando la verdad, dejarnos los ojos rebuscando la trampa en los papelucos para darles un zas en toda la boca, son ganas de perder el tiempo. La mentira ya está en el aire y respirada. Luego, si ustedes se fijan, y sin que se fijen mucho también se darán cuenta, se encontrarán con que a la que se descuiden alguien se lo soltará en su cara como verdad absoluta. Y seguirá dando igual lo que ustedes puedan rebatir. Ahí tienen un convencido y de ahí no hay quien le apee, faltaría más.
Deberíamos, todos, tener más cuidado. Ya no les voy a hablar de ética, de respetar la verdad, de hacer las cosas como se deben hacer. Para qué. Pero sí les voy a hablar de responsabilidad. De la que todos deberíamos tener. De darnos cuenta de que la mentira suele tener consecuencias. Y si esas consecuencias fueran, como son, nefastas para el mendaz, pues miren, con su pan se lo coma. Piedad la justa. Pero no es lo habitual. Lo normal es que las consecuencias las sufran quienes no tendrían porqué.
Y en esto no estamos exentos de culpa los profesionales de la prensa. Y hoy no me apetece torturarles con el teorema Pedrojota, claro ejemplo de mendacidad elevada a los altares. Ni de la falta de respeto a todos los estamentos democráticos de la que hace alarde días pares e impares. No. Hoy prefiero hacer acto de contrición y reflexionar sobre nuestra responsabilidad al escribir titulares, al desgranar noticias, al elegir fotografías. Nunca es inocente, ni tiene porque serlo, pero sí debería de ser hecho de forma responsable.
Hablar de denuncias falsas cuando hablamos de violencia de género tiene consecuencias, así que deberíamos hacerlo desde los datos, rigurosos, que aporta quien los tiene que aportar, el Consejo General del Poder Judicial. Y estos datos nos dicen que sólo el 0’018% de las denuncias de este tipo son falsas. Desde luego, con este dato no se puede hablar de la gran cantidad de denuncias falsas que se reciben en los juzgados. Estaríamos mintiendo.
Pero se ha dicho, se sigue diciendo y les reto a ustedes a que encuentren a alguien a quien no le hayan comentado alguna vez que las mujeres utilizan las denuncias falsas para quedarse con algo tras una ruptura.
Luego seguimos echándonos las manos a la cabeza cuando muere otra mujer víctima de violencia de género. Nos extrañamos cuando nos cuentan que no había denunciado los malos tratos que sufría. Ponemos en tela de juicio la eficacia de la Justicia, de la policía, de las leyes. Pero no entonamos el mea culpa por mentir, a sabiendas de que lo hacemos, y jugar con fuego.
Entonces no puedo evitar pensar en La gata sobre el tejado de zinc caliente. Yo me entiendo.

(Publicado en AQUÍ DIARIO el 18 de marzo de 2011).

4 comentarios:

  1. Arantxa, sobre este asunto ya discutimos, cordialmente, Regino y yo en tu muro. Como bien dices, la realidad no se tuerce por mucho que lo intentemos y faltar a la verdad con lo de las denuncias falsas, sinceramente, no creo que ayude en nada a las mujeres víctimas, de verdad, de maltrato.
    Ese porcentaje que das del CGPJ es más falso que Judas. Hace referencia exclusiva a las denuncias sentenciadas en firme como falsas, sentencia, por cierto, extraordinariamente costosa de alcanzar.
    No voy a buscar datos, no lo veo preciso pero, ¿qué porcentaje de acusados por maltrato resultan absueltos? Recordemos, antes de responder, que la legislación procesal del ramo invierte la carga de la prueba (estoy de acuerdo en que se haga en este caso), lo que inevitablemente da lugar a un evaluable porcentaje de falsos culpables.
    Volvamos a los absueltos. Teniendo en cuenta que un procedimiento de violencia de género el juicio es sumario y urgente, además de la inversión de la carga de la prueba ya citada, la cosa debe estar muy clara para librarse de una condena, con todo lo que conlleva. A pesar de ello, una elevada proporción de juicios terminan en la absolución del reo. ¿No era pues falsa la denuncia? Si tú me acusas de robarte la cartera y el juez dice que yo no te he robado la cartera, obviamente estabas faltando a la verdad. Si me acusas de pegarte (y soy tu pareja) y el juez dice que no te he pegado, estabas mintiendo. Pero de ahí a deducir testimonio por denuncia falsa (ese porcentaje que da la secretaría de Bibiana) hay un mundo.
    Por último, y sea dicho con toda cordialidad. Ignorar que cientos de miles de mujeres están haciendo uso espurio de la protección legal contra las maltratadas, riéndose de las verdaderas maltratadas y de la sociedad en su conjunto, de verdad, es no estar en el mundo.
    Confío en que ahora no me vengas con que soy postmachista o neomachista o como se diga.

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  2. Pues no, Ceto. No te voy a llamar nada, faltaría más. Y sobre todo no te voy a llamar ninguna de esas cosas que dices porque, ya me conoces, soy despistada por parte de padre y no tengo ni puñetera idea de qué significan ambos dos palabros.
    Y no. No siempre, de hecho, ni siquiera creo que sea en la mayoría de los casos, la absolución del condenado significa la falsedad de la condena. Afortunadamente, nuestro sistema judicial no actúa a lo loco. La absolución generalmente corresponde a la falta de pruebas que condenen al acusado.
    Y quiero aclarar dos cosas. Primera: cualquier denuncia falsa es condenable. Lo aclaro por si a alguien le parece que me puedan parecer bien. No.
    Y segunda, que aquí sí entono un mea culpa: en ningún momento hago referencia al sucedido que me provocó la reflexión, que fue un juicio por pederastia que hubo la semana pasada en Santander,los comentarios del fiscal y el tratamiento mediático, que es, esto último, básicamente, lo que venía a contar. Me declaro culpable de precipitación y falta de espacio, pero no cambia en nada la opinión.

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  3. Sin ánimo de polemizar más allá de lo imprescindible, básicamente porque intuyo que, en el fondo, seguro que estamos de acuerdo, vayan un par de aclaraciones. Es cierto algo que dices, 'absolución' no es sinónimo de 'denuncia falsa', básicamente porque, como bien saben los semiólogos, los sinónimos exactos no existen, pero el porcentaje de denuncias falsas o, siendo amables, exageradas hasta el extremo, es preocupantemente alto. La cantidad de inocentes que, en el mejor de los casos, pasan una noche en el calabozo por un calentón de su santa es ingente y no podemos obviar esa realidad. Nuestro sistema judicial no actúa a lo loco (bueno, venga, vale, va), pero en los procesos por violencia doméstica, al contrario que en cualquier otro procedimiento penal, las garantías no son para el acusado sino para la acusadora (y me parece bien, pero esa es otra historia), lo cual da lugar a una cantidad de condenados-inocentes digno de un novelón del XIX. La falta de pruebas, por sí sola, o es muy clamorosa o no conduce a la absolución. Mismamente, imaginemos un denunciado que ha dormido en el calabozo, es juzgado al día siguiente y llega a la sala de vistas con tanto cabreo como poco sentido común. Se le condena, fijo.
    Insisto en que, aunque parezca lo contrario, me parece adecuado el tratamiento penal que se da a la violencia doméstica, pero cada vez que veo un titular periodístico negando la evidencia (es frecuente), se me abren las carnes. Y, ¿sabes lo peor? Que al cambiar el sentido común por los lemas y los titulares le estamos dejando a la derecha un espacio que ni ellos merecen ocupar ni nosotros merecemos que ocupen.

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  4. Pues claro que estamos de acuerdo. De hecho, de este tu segundo mensaje, no meneo ni una coma (y eso en mi caso, que es a lo que me dedico fundamentalmente en los últimos tiempos, es un logro). Que quede claro que una, sólo una, denuncia falsa ya me parecen demasiadas.
    ¡Ah! Y creo que me faltó un 'la mayor parte de las veces' o algo similar junto a lo del sistema judicial, efectivamente. ;)

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