viernes, 9 de enero de 2015

Je suis Charlie



Les prometo por mi conciencia y honor que tenía pensado empezar el año con una magnolia llena de paz, amor y buenas intenciones, pero resulta que el miércoles dos fanáticos descerebrados, perdónenme la redundancia, se liaron el AK-47 al brazo y entraron a tiros en la sede del semanario satírico francés ‘Charlie Hebdo’ asesinando a 12 personas al grito de “¡vamos a vengar al profeta!”.

En la larga historia de la humanidad miles, millones, son los crímenes cometidos en nombre de la religión, de cualquier religión, y todos ellos igual de execrables.  El fanatismo es lo que tiene. En este, además, se añade el componente del atentado directo a la libertad de expresión. La libertad de creencia está protegida por cualquier constitución que se precie de ser tal y no debemos olvidar que dicha libertad incluye la no creencia en ninguna deidad. Igualmente protegida está la libertad de expresión, que garantiza, sobre el papel, no ser perseguido por tener y expresar cualquier idea siempre que esa expresión no incluya la comisión de un delito. 

‘Charlie Hebdo’ publicó hace ocho años unas viñetas ridiculizando la figura de Mahoma y esta semana esto le ha costado la vida a 12 personas. Salman Rushdie trató con supuesta irreverencia al profeta en sus ‘Versos Satánicos’ en 1988 y se lanzó una fatwa instando a su ejecución. Se puso precio a su cabeza y el fanatismo acabó con la vida de 37 personas en el incendio de un hotel en Turquía durante una protesta contra el traductor de la obra al turco y el traductor al japonés fue asesinado en Tokio. 

Estos son solo dos casos, pero les hay a patadas. Ni siquiera en este país nuestro, que puede presumir de reírse hasta de su sombra, la sátira, la provocación y la crítica llegan a entenderse como muestra de inteligencia y salud democrática. Recuerden el periplo de Javier Krahe por los juzgados por la emisión de un vídeo en el que el cantante aparecía ‘cocinando’ un cristo. O las manifestaciones ante los cines en los que se proyectaba el film ‘La última tentación de Cristo’, de Scorsese.

Desde el miércoles, el mundo entero tiene la boca llena de libertad de expresión, pero sería deseable que recordáramos que los derechos son para todos igual, que las creencias no son necesariamente fanatismos y que no solo con crímenes como el de París se atenta contra las libertades. 

Hoy todos somos Charlie. Veremos a ver lo que dura.


(Publicado en Gente en Cantabria el 9 de enero de 2015).

1 comentario:

  1. Uno que ya lleva muchos años subiendo la montaña, tantos, que ahora va de bajada, que a visto muchos atentados a la libertad de expresión en este país. A los mencionados por ti, yo podría añadir las manifestaciones en contra del estreno de Jesucristo Superstar, y sin ir tan lejos las prohibiciones de nuestra revista "El Jueves" tan cercana a la francesa. Me da la risa,o quizás no, ver a todos estos rasgarse las vestiduras apelando a la libertad de expresión. !Mala risa! que se lo digan a los periodistas de TVE, o a la reciente ley mordaza que se pasa por los bajos todos nuestros derechos. Mucho me temo que esto, que es una barbarie, servirá para reducir, si cabe aún más, nuestros derechos...
    Pero ahora es hora de reivindicar la libertad de todos para expresar nuestras ideas, de exigir más que nunca que no se vulneren nuestros derechos en defensa de ninguna idea, ya sea política o religiosa...Pero visto lo visto, y viendo quien nos gobierna, me temo lo peor.

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