viernes, 28 de noviembre de 2014

Ángeles con caras sucias



Desde aquel famoso despido en diferido acuñado para su mayor gloria por la secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, el uso del eufemismo en este país debería estar en condiciones de cotizar en bolsa. La cantidad de expresiones suaves o decorosas de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante (definición del término según la RAE) que nos han saltado a las retinas daría para pavimentar el camino al cielo de las buenas intenciones. 

Yo, que soy muy de atropar cada moda que pasa por delante de mí, ha sido darme cuenta de lo que da de sí un eufemismo y hacerme mega fan. Tanto, que se me hacen pocos los que tengo a mi alcance, así que me he liado la manta a la cabeza y voy coleccionando aconteceres de difícil explicación para, cuando tenga un momento libre, crearles eufemismo que los expliquen y poder, así, con este afán de servicio público que me embarga, ganarme el derecho a echar, en un futuro que espero muy lejano, unos cantecitos con Gardel y ‘Polaco’ Goyeneche en ese cielo tan cotizado, que la garganta con arena la llevo yo de fábrica.

Así ando, con los rizos a toda máquina pergeñando cómo voy a darles expresiones suaves o decorosas a según qué cosas. Porque a una, que además de un ser de luz es bruta como un arado, lo que le viene a la neurona y a la boca, prácticamente sin solución de continuidad, cuando se entera de que tres sacerdotes y un profesor de religión son acusados de pederastia únicamente son palabras malsonantes. Pero de un mal sonar que le haría sangrar los oídos a Tourette. No les digo nada cuando me entero de que, a estas horas, uno de los sacerdotes ya ha depositado los 10.000 euros de la fianza que les impuso el juez encargado del caso. El bueno de Georges Gilles debe de andar escandalizado. 

Pero he de ser fuerte y olvidar que quienes tienen como misión en la vida, según su creencia, extender por el orbe el mensaje de paz y amor, de hacer el bien y cuidar especialmente de los niños del bueno de Jesús de Nazaret son capaces de semejante aberración. Que el nazareno era mucho de utilizar expresiones alambicadas a la hora de explicarse y lo mismo interpretaron mal lo de “amaos los unos a los otros”, que hay gente muy básica.

Aunque pensándolo bien, llamar básicos a esta piara que hoy nos ocupa no parece muy correcto. Me refiero a básico en el sentido de sencillo. Básicos, sencillos somos ustedes y yo que no creo que ni juntando todas nuestras posesiones lleguemos a sumar los tres millones de euros de que disponen, en formato 19 casoplones, esos que predican acerca de la caridad cristiana, el amor fraterno y que tienen, al menos tres de ellos, voto de pobreza asumido.

Claro que también, en su contrato laboral, va implícito el voto de castidad y miren ustedes cómo lo respetan.
Del de obediencia ni hablamos, que tiene que estar Bergoglio que fuma en pipa. Este hombre, con la mala vida que le están dando, un día de estos termina hablando peor que yo.


(Publicado en Gente en Cantabria el 28 de noviembre de 2014).

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