sábado, 4 de abril de 2009

Preparativos

Aquí se encontraba servidora, más contenta que unas pascuas floridas, página word en blanco y teclado en ristre dispuesta a iniciar su andadura literaria por este blog cuando, hete aquí, que me di cuenta que no tengo todos los elementos indispensables para ejercer esta gloriosa carrera de columnista.

Porque claro, las cosas no se pueden hacer a la ligera, aquí te encargo un espacio semanal, aquí te lo escribo. De eso nada. Todo requiere su preparación. Así pues, me apeé de mi pascua florida y me puse a meditar sobre lo que es imprescindible para esta tarea.

Y fijándome, fijándome, que yo me fijo mucho, me di cuenta que lo primero que debe de hacer falta para entrar por la Puerta del Príncipe del paraíso de los columnistas ha de ser alguien a quien dirigir el susodicho derrame de letras. Y digo esto, porque casi todos los que son alguien tienen un alma cándida que se arma de paciencia y se presta a ser musa y fusa de tanta idea que anda suelta por ahí.

Así pues me dije, que yo me digo mucho, es lo que tengo, que me digo... me dije, decía, “nena, a buscarte un alma cándida”. Y así se me han pasado dos semanas como dos soles, busca que te busca. Que se me estaba poniendo cara ya de Indiana Jones. Porque claro, una no es, aún, una Elvira Lindo que tenga un santo que llevarse a la tecla del ordenador, ni a ningún otro sitio, que todo hay que decirlo. Ni un Eduardo Mendicutti, con una Susi descarada y ordinaria que le airee a una los armarios hasta el día en que se decide a dejarlos abiertos de por vida. Ni siquiera tengo un Pepe Carvalho, que de lo malo, malo, lo mismo te sirve para contarle tus penas que para que te prepare una caldereta de marisco. Eso sí, siempre y cuando no le dejes la biblioteca al alcance de la chimenea.

Y hete aquí otra vez que de repente di con la solución, que como siempre, estaba al alcance de la vista. ¿Pues no tengo yo una mari estupenda que me entiende divinamente? Es más ¿no tengo acaso una colección de maris bárbaras todas ellas (¡ojito! bárbaras de buenas, entiéndaseme, que sólo son brutitas en caso de extrema necesidad)? Si es que soy afortunada, a falta de un alma cándida, tengo varias. Me río yo de los pobres que se tienen que conformar con una.

Pues nada, que creo que ya lo tengo todo para poder iniciar mi viaje hacia el Pulitzer. Lo malo es que después de tanta búsqueda y tanto estrujarme las meninges se me han quedado achatadas por los polos y claro las musas han pasao de mí y se han tomado las consabidas vacaciones a las que tienen derecho por convenio y porque tienen mucha cara. Así que creo que dejaré el apasionante tema del que quería hablar hoy aquí para otra ocasión. Eso es, lo dejaré para cuando vengan mis maris.

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