lunes, 6 de julio de 2015

Hasta el Templo de Afrodita

Ahora que ya lo sabemos todo acerca de la situación económica de Grecia, es más, no solo lo sabemos todo sino que enarbolamos una opinión, por supuesto la acertada, sobre las soluciones a aplicarles en todo el colodrillo  ‘joroña que joroña’ hasta que se comporten como la economía del primer mundo que evidentemente no son, ¿podemos dejar la prima de riesgo, el índice Dow Jones,  el déficit, la consulta (que parecen catalanes, leches)  y la biblia en verso quietecitos y hablamos de lo que realmente importa al común de los mortales? Es decir, ¿hablamos de Varoufakis?

Espero que se hayan dado cuenta de con qué soltura he escrito el apellido del ministro de Finanzas griego. Eh, y sin lesionarme ni media neurona ni ‘esguinzarme’ un dedo. Y es que a mí, cuando me hago fan de alguien, se me desarrolla el sentido arácnido y entretejo consonantes y vocales con la facilidad de más de un ‘cuñao’ opinando hasta el infinito y más allá. Que bonito está el infinito, ya se lo digo. Me lo tienen hecho unos zorros.

Les decía que me he hecho fan de Varoufakis. Mega fan, de hecho. 

Y no me vengan ahora con que  si mi insustancialidad, como si no me conocieran. Que no me he hecho del club de fans de Yanis solo porque el chaval luzca como luce, que luce mucho, que lo mío tiene su contenido también.

En estos tiempos en que en la televisión ya no nos atormentan con películas del lejano oeste y ya no tiene una un Jerónimo que llevarse al diente, en algún rebelde me tenía yo que refugiar durante esos momentos en que se nos viene encima, cual aparición mariana, una reunión de los mandamases económicos de Europa, tan serios ellos, tan circunspectos, tan cenizos, tan feísimos.

En esos momentos, el griego es como un soplo de aire fresco. ¡Eh, serénense! Que aquí griego es gentilicio, rijosillos.

Pues eso, que Varoufakis es un oasis con pinta de malote, sonrisa con colmillo y mochila entre tanto estirado cumplidor  a rajatabla de la doctrina. Y eso mola. Qué quieren, estoy hasta el  Templo de Afrodita de resignados a que nada cambie, ni siquiera estéticamente.

Yo de economía no tengo ni idea, como de casi todo en esta vida, y es posible que venga algún sesudo a llamarme idiota. Lo asumo. Pero lo que sí tengo claro es que nada cambió en la historia a base de aceptaciones entregadas a lo establecido. Y si estos chicos de SYRIZA vienen a darle un meneo a lo inevitable, bienvenidos sean.

Si, además, son más agradecidos de mirar que De Guindos, miel sobre hojuelas.  Tampoco es tan difícil.



(Publicado en Gente en Cantabria el 3 de julio de 2015).

No hay comentarios:

Publicar un comentario