lunes, 6 de julio de 2015

Banderas de nuestros padres


Hasta el mismísimo chichi estoy de tanto vete y ven de la bandera de España. Ni que fuera la de la foto de Iwo Jima.

Discúlpenme la ordinariez, pero es que esta semana hemos sufrido una sobre exposición tal que si de esta no nos hacemos todos vexilólogos va a ser de puritito milagro.

La ocurrencia del secretario general del PSOE  y recien elegido candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de este país, que sigue llamándose España (que ya es   tozudez), Pedro Sánchez, de ponerse de fondo de pantalla la enseña nacional durante su discurso del pasado domingo ha levantado en armas a Mariano y sus mariachis. Y de ahí a ser el único tema de debate sobre la piel de toro ha sido todo uno.

Que digo yo que será porque después de perder tanto cortijo el 24 de mayo no quieren perder también su símbolo de compromiso con la patria. Suyo, sí. Suyo y de nadie más. Que Pedro es un provocador y ha sacado la rojigualda para tirarnos de la lengua. Un oportunista, eso es lo que es. Cuándo se ha visto a un radical alardeando de la bandera española,cuándo.

Sobre lo de la oportunidad voy a tener que darle la razón a Mariano. Y van dos veces en dos semanas, esto nos lo vamos a tener que hacer mirar, querido.

Decía, antes de irme a dar una vuelta por Babia acompañada de Freud, que yo también lo encontré muy oportuno lo de enseñar la bandera, aunque hubiera preferido que enseñara torso, francamente, cuando hablaba de cambio y de unidad. La bandera que es de todos porque lo dice la Constitución y punto.

Pero algunos han debido pensar que la bandera no se hizo para eso. Que se hizo más bien para decorar correas de cinturones, de relojes, cuellos de polos de La Martina o para celebrar los triunfos de La Roja (reciclaje de carcajadas aquí, gracias). El día que se enteren de que proviene de una enseña naval vamos a tener colapso en las urgencias.

Que, por cierto, y ahora que hablo de banderas y colapsos, para terminar de rematar la burbuja banderil que nos hemos fabricado, va y se muere Marujita Díaz. ¿Quién va a ponerle ahora la banda sonora más ridícula de la historia al trapo rojigualda que nos auna y nos enfrenta, según quien lo mire? No me digan que la vida no tiene un extraño sentido del humor.

Obituarios aparte, sigo yo con mi burbuja y mi bandera, arreglá pero informal. 

A ver si tanto afán por las banderas lo demuestran estos chicos y chicas, los que quedan, el próximo domingo, Día del Orgullo Gay,  haciendo ondear en los balcones de sus ayuntamientos la bandera arcoiris, que parece que les da grimita.

En vez de tanta tontería con la enseña patria, que nunca han traído nada bueno los fanatismos patrios, se podían poner pesaditos defendiendo la igualdad de derechos de las personas del colectivo LGTB, aunque solo fuera colocando en lugar visible de la Casa Consistorial su bandera. Que ya está bien de armarios.


(Publicado en Gente en Cantabria el  26 de junio de 2015).

No hay comentarios:

Publicar un comentario