viernes, 13 de febrero de 2015

Mucho más que cincuenta sombras



Yo no sé de qué se extraña la gente, así, en general. De verdad. A estas alturas del cuento parece hasta mentira que tengamos capacidad de anonadamiento, de la de asombro ya ni les cuento, pero la cosa es que la tenemos. Debe ser de esas cualidades capaces de regenerarse por sí solas cuando parecen destruirse. Como la cola de las lagartijas, vaya.

Vamos a ver, ¿en serio pensaban que alguien que viva en el siglo se va a asustar, escandalizar o siquiera va a hacer el amago de levantar la ceja ante unas imágenes, controladas en lo estético, de un poquito de dominación consensuada aliñada con más lujo y cuidado que la habitación de juegos de los infantes de la familia real inglesa?

Pues si alguien lo pensaba, enhorabuena. Mantenga impoluta su inocencia y aislada la cueva donde habita. Solo así conseguirá permanecer feliz.

Gracias al cielo y a la evolución de la especie, que no siempre atina pero tiene sus momentos, la evolución digo, las cuestiones sexuales hace tiempo que dejaron de ser tabú para la mayoría de los humanos civilizados. 

Pero esperen, que se me olvidaba otro motivo. Gracias al cielo, a la evolución de la especie y a lo acostumbrados que estamos a las formas menos lúdicas de dominación y sadismo. Tan acostumbrados que podría decirse que nos ha salido callo en el alma y hemos sacado a orearse al masoquista que llevamos dentro. Si no, no se explica que aún se nos pueda llamar civilizados y no haya sido necesario hasta ahora, no lo descarten para un futuro próximo, construir más cárceles o manicomios, con lo que supondría de recuperación para el sector del ladrillo y la recuperación de la economía. Depositen aquí su carcajada. Gracias.

Díganme sino cómo es posible que cualquier evento deportivo, siempre que sea futbolístico o de organización interna de los partidos políticos, tiene más en vilo a la plebe que varios cientos de personas desaparecidas durante un trayecto en patera hacia un mundo que imaginan mejor; cómo la fecha del estreno de la última serie televisiva de moda nos mantiene más atentos a nuestras pantallas que los datos acerca de la pobreza, no les digo ya en otro continente y más allá del Atlas sino de nuestros propios convecinos; cómo no llegamos a horrorizarnos por la muerte y la destrucción que provoca una guerra, conflicto armado le dicen, de tan acostumbrados que estamos a sobremesas atestadas de cadáveres lejanos.

Maltratados y humillados nos sentimos complacidos por ello, calientes y cómodos en nuestro refugio. Eso en mi pueblo es masoquismo del bueno. Qué nos van a escandalizar a nosotros cincuenta sombras por muy grises que sean.


(Publicado en Gente en Cantabria el 13 de febrero de 2015).

1 comentario:

  1. Pues a mí me escandalizan. El extraordinario nivel de estulticia que hemos alcanzado nos hace hablar de "perversiones sexuales" en un relato que trata de cosas infinitamente más terribles y que nada tienen que ver con la sicalipsis: maltrato físico y pisicológico, dominación, relaciones no consentidas, machismo hasta unos extremos escandalosos... ¡Y no pasa nada!

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