sábado, 16 de octubre de 2010

Con la iglesia hemos vuelto a topar

Conste que he hecho todo lo posible por obviar el tema. He luchado con uñas y dientes para no escribir sobre esta canallada y he perdido. Lo reconozco, soy mala persona. No por opinar, por dejarme llevar de mi mala leche y cebarme con un tema que, francamente, me han puesto en bandeja. También es verdad que a mí la tiranía del débil, en este caso la debilidad sólo es por la pobreza argumental, me da mucho coraje.
Si han estado ustedes atentos, que ya sé que sí, a la prensa en los últimos días, habrán tenido noticia de los rebuznos del arzobispo de Bruselas-Malinas, André-Joseph Leonard, máxima autoridad de la iglesia en Bélgica, sobre la “justicia imanente” que supone contagiarse del virus del sida. Pues me va a perdonar su excelencia, pero creo que le ha patinado la neurona hasta estrellarse con sus paredes craneales y se ha debido de hacer pupita. Porque, utilizando la misma lógica tan aplastante como la que utiliza su excelencia al intentar salir del jardín donde él solito se metió, va a ser una risa preguntarle con qué adjetivo habría que adornar a la justicia que debería aplicarse a sus muchachos, esos que se dedicaron durante décadas a violar a niños.
Si para el excelentísimo arzobispo de Bruselas “el sida no es una justicia divina”, ¡caramba! ha descubierto el hilo negro, sino “una especie de justicia imanente”, ¡ah! que de la sopa de ajo sigue sin tener noticia, porque, siempre según los rebuznos del ínclito, “jugar con la naturaleza del amor puede conducir a catástrofes así”, ya me contará alguna mente con más agudeza que la mía qué narices hacemos con la alegre muchachada de sus iglesias. Por esa lógica aplastante, a la piara eclesiástica de la que es porquero debería de caerle todos los males del infierno. La forma que tomarían esos males se la dejo a su imaginación, queridos amigos, que yo, si me dejo llevar, voy a terminar faltándole a la madre de alguien y no son formas.
Intentando huir hacia adelante de su propia barbarie intelectual, el amigo Leonard intentó explicar sus palabras diciendo que “si alguien fuma o se bebe alcohol de forma exagerada se puede adquirir cáncer, lo que también sería una forma de justicia inmanente”.
Pasando por alto la estupidez en sí misma, creo que ya ha quedado claro lo que opino del tema, hay otro aspecto que posiblemente monseñor no ha tenido en cuenta y que para él debería ser fundamental: la falta de caridad que destila en cada sílaba de sus teorías médico-teológicas. Que yo no sea caritativa con los delincuentes que él disculpa y encubre es lo normal, ya les he dicho que soy mala persona y además hablo de delitos. Eso no está sujeto a opinión.
Pero que su ilustrísima muestre tal falta de caridad cristiana con los enfermos de sida y de cáncer creo, si no han dado un golpe de Estado en las últimas horas en la curia, que visto lo visto podría ser, que es pecado.
Y eso, en un arzobispo está, como poco, feo.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el sábado 16 de octubre de 2010).

3 comentarios:

  1. Mari... No m habia dado tiempo a leerlo hoy allí... Te has salido!!! Que bueno!!!!

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  2. (Reverencia agarrando el piquito de la falda). Muchas zenkius, mari. Es lo que tiene escribir de mala hostia y con el hígado en la mano, que me salió del tirón en apróximadamente veinte minutos.

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  3. Está claro que si hubiera un dios, y si este dios fuera como el monstruo que parece querer el imbécil del arzobispo belga, ese dios no se merecería gente como nosotros. Que le den al arzobispo (a ser posible que le dé un mayor de edad, que no están los curas belgas como para juzgar a otros)

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