sábado, 2 de octubre de 2010

Lágrimas de cocodrilo

Ayer se vivió un día especialmente emotivo en el Ayuntamiento de Santander. Como ustedes ya saben, salvo que hayan pasado los dos últimos días perdidos en el desierto de Gobi, Santander no será capital europea de la cultura. Ni siquiera tiene ya la calificación de finalista. Y claro, cómo no, el alcalde de la ciudad, Íñigo de la Serna, y el responsable de la programación del magno evento, Rafael Doctor Roncero, dieron ayer una rueda de prensa para... pues ahora que lo pienso, no se sabe muy bien para qué. Bueno, la dieron porque es lo que toca, evidentemente. Pero poco más.
En realidad, esto no es del todo cierto. Sí que le dieron contenido a la rueda de prensa. Lanzaron al viento la idea de que esto no es una derrota, si no un paso adelante. Creo que Forest Gump está pensando en dedicarse al ajedrez, porque, de repente, lo de correr le está empezando a parecer una cosa de gran dificultad.
A lo que íbamos, que el día que me levanto dispersa no hay quien me centre. Les comentaba ahí arriba que el día fue especialmente emotivo en el Ayuntamiento. Y es evidente que soltar soplapolleces puede ser cosa de mucha risa, pero lo que viene siendo emotivo, pues no mucho. Pero resulta que entre necedad y necedad a nuestros dos representantes se les saltaron las lágrimas. No me digan ustedes que no es para emocionarse la cosa. Que va una a la rueda de prensa esperando una explicación del porqué no hemos pasado este primer corte y se topa de morros con alcalde y programador moqueando cual infantes el primer día de colegio. A mí, que como pueden ustedes observar soy todo sensibilidad, se me encoge hasta el páncreas, oigan.
Claro que luego, cuando ya me lo plancho, me vuelve la mala persona que llevo dentro y me asaltan las dudas sobre la calidad de las lágrimas de tan magnos personajes. Las de Doctor Roncero son comprensibles, y seguramente están forjadas con mucho sentimiento. Porque tiene que ser duro ver cómo se te escapa el momio de entre los pliegues de los folios donde tenías apuntadas las cientos de actividades de segunda mano que nos ibas
vender por nuevas y por una pasta. Qué mala suerte, Leoncio.
Las que no entiendo son las del alcalde. Que no digo yo, dios me libre, que no sea persona sensible. Pero no pensé nunca verle llorar. Porque, por más que lo del jueves haya sido una decepción, De la Serna es hombre duro o, al menos, eso parecía hasta el momento. Nunca pude imaginarme que la misma persona que maneja con mano de hierro y se deja olvidado el guante de seda en casa cuando trata con el Gobierno rompa a hipar tan fácilmente.
O el mismo hombre de acero que gestiona un consistorio con una deuda del 80% a 8 meses del final de la legislatura sin pestañear cuando alguien se lo echa en
cara. O ese que se desentendió de la ciudad al día siguiente de ser investido y ahí continúa cómodamente mientras el Estado le financia las obras que él sólo tiene que inaugurar.
Sólo soy capaz de entenderlo cuando me viene a la mente la explicación de Sir Francis Bacon a las
lágrimas que lloran los cocodrilos: “Los cocodrilos vierten lágrimas cuando devoran a sus víctimas. He ahí su sabiduría”.
(Publicado en AQUÍ DIARIO el 2 de octubre de 2010).

1 comentario:

  1. de acuerdo totalmente...

    Y Oviedo también se ha quedado fuera del corte, aún siendo la primera, con bastante diferencia en las recogidas de firmas... un robo!

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