viernes, 13 de noviembre de 2009

En blanco y negro

(Acaban de recordarme que hace 20 años que nos dejó Dolores y como ahora mismo no se me ocurre nada que escribir ni sobre eso ni sobre cualquier otra cosa, os dejo algo escrito allá por el proceloso mes de junio de 2002. Que ya ha llovido, pero qué queréis, yo lo aprovecho todo).



En estas dos semanitas que hace que no nos vemos han pasado multitud de cosas y, como suele ocurrir cuando las cosas que pasan son de importancia, casi todas, o al menos las que a mí me importan especialmente, guardan una estrecha relación entre sí. Se convoca la HUELGA GENERAL y se nos muere Carlos García Berlanga pocos días antes de que se cumplan los 25 años de las primeras Elecciones Democráticas. Así pues, ésta última semana ha sido especialmente dedicada a la nostalgia. Hemos recordado 'la otra’ huelga. Aquella primera que nos pilló entrenándonos, despistados aún en los entresijos del juego democrático, un poco culpables algunos de hacerle una huelga al compañero Isidoro (no puedo evitar acordarme del gato de cómic, sosías de Gardfield) pero con el cuerpo pidiéndonos marcha reivindicativa.

Esta otra nos pilla ya más entrenados. Más cabreados. Más europeos. Más escépticos. Y más huérfanos. A algunos, incluso más calvos, ya lo dijo Gurruchaga.
Nicolás, impresionante Nicolás, ha resurgido para demostrarnos que 13 años no son nada, que es febril la mirada. Y Marcelino, mucho menos impresionante, con su eterno jersey de ochos compañero de sus noches y sus días en Carabanchel, con su hatillo de periódicos bajo el brazo. Y Santiago. Santiago siempre acompañado de Belén, que cuida de sus 87 años y pone en orden sus recuerdos. Y Tierno con su movida y su Puerta de Alcalá. Ana, Víctor, Pepa, Carlos, Olvido, Carmen, Pedro, Fabio, Nacho, Rosa, Raimon, Paco, Joan Manuel, Rafael, Maribel... Libertad sin ira, Libertad.

Y vimos a Dolores pasear por las calles de Madrid. Dolores bajando del avión que la devolvía del frío, ese frío que congeló su corazón y su color en Stalingrado, para ser diputada. Dolores con Irene. Pasionaria en blanco y negro. Dolores odiada y amada. Dolores transgresora. Dolores, magnolia de acero de Gallarta.

Hace 25 años que votamos, 20 que intentamos descubrir en qué consistió exactamente ‘la movida’ y si fue un invento o una manifestación espontánea de las ganas creativas y expresivas de un grupo de originales horriblemente peinados ayudados por un alcalde marchoso que hizo el camino de Madrid al cielo en carroza y en olor de multitudes (ya se sabe que las multitudes es lo que tienen, que quieras que no, huelen), y 13 que nuestra responsabilidad nos contiene de hacerle un buen corte de mangas a los que nos recortan nuestras libertades, y no por falta de ganas.

En este tiempo, nos hemos hecho mayores y ya no somos tan originales. El bote de Colón y el terror en el supermercado han dado paso a la Europa en celebraciones. Ya no le hacemos huelga al compañero de los morritos, ahora se la haremos a un señor de derechas, bajito, con bigote y poco carisma... y la cosa es que juraría que esto ya lo he escrito yo antes refiriéndome a otra persona... bueno, a lo que iba... que como diría Sabina, nos sobran los motivos para parar, para manifestarnos, para gritarle a esa cara de piedra (por expresividad y dureza) que ya está bien, que deje de tomarnos el pelo, que las pelucas ya no se llevan (ni siquiera ahora que está de moda el estilo retro han conseguido que vuelva la de Carrillo).

Y a ver si hay suerte y ya que nos remangamos nos dura la inercia reivindicativa un tiempecito más y, con símil torero, confirmamos esta alternativa en las urnas. Que después de un cuarto de siglo algo deberíamos haber aprendido ya. Aunque sólo sea que los señores de derechas, bajitos, con bigote y poco carisma cuando se sientan en el sillón de sus entretelas es para hacernos la puñeta a conciencia.

Eso sí, nunca habíamos visto a nuestra selección con tantas posibilidades en un Mundial. Y, claro, eso anima mucho. Espero no ser gafe (el partido contra Irlanda empieza dentro de media hora cuando estoy escribiendo esto). Por si acaso, pido disculpas por adelantado. Me sabría mal que por mi culpa... en fin... suerte y a por ellos, que son pocos y cobardes. Y ahora no me estaba refiriendo al fútbol.
(Visto con el tiempo, menos mal que no me dediqué a eso de la futurología. Me hubiera muerto de hambre. Aunque, bien mirado, quitando lo del fútbol, el resto no se nos dió tan mal).

lunes, 2 de noviembre de 2009

Halloween


Hace aproximadamente 3.000 años, año arriba, año abajo, los pueblos celtas instalados en las actuales Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales celebraban el final del verano (el Dúo Dinámico aún no había nacido, aunque no os lo creáis) con una mezcla de fiesta de la cosecha y honra a los difuntos. La fecha concreta de celebración de dicha fiesta no está clara, pero todas las versiones indican que transcurría en torno a finales de octubre y principios de noviembre. Dicha fiesta recibía el nombre de Samjain.

Los celtas creían que en la noche de Samjain la barrera entre el mundo terrenal y el espiritual dejaba de existir y los muertos bajaban a visitar los hogares. Para mantenerlos contentos, ponían comida y dulces, evidentemente caseros (tampoco habían nacido los Hermanos Martínez) en las puertas de sus casas y apagaban los fuegos de sus hogares con la sana aunque fría intención de que se alejaran los malos espíritus ante lo poco confortable de las mismas. Por si resultaba poco atemorizador, que ya se sabe que los espíritus son muy suyos, se vestían con extraños ropajes. De ahí, las tradiciones de la visita puerta a puerta y de los disfraces.

Y en esto que llegaron los romanos, que eran ellos mucho de llegar y eso. Y ya se sabe, la forma más eficaz de conquista de un pueblo es arrasar con su cultura y tradiciones y, como dijo aquel (que creo que fue Pascal aunque no me hagáis mucho caso, que lo mezclo todo en plan coctelera) la fiesta (él dijo la materia, pero es que era muy aburrido, animalico) no se crea ni se destruye, simplemente se transforma. Y los romanos transformaron Samjain en la fiesta a su diosa de la cosecha, Pamona que, por cierto, tenía un nombre muy poco serio para una diosa, no es por nada.

Un ratito después llegaron los cristianos, que estos sí que eran de llegar, arrasar y a otra cosa, mariposa. Y como vieron que todo aquello era de lo más pagano pero también de lo más propio para la cosa de honrar a los muertos y mantener los espíritus, esta vez de los vivos, atemorizados y más firmes que el palo de una vela, transformaron Samjain en el Día de todos los santos o, como dirían los hijos de la Gran Bretaña, en All hallow´s eve, término que con la cosa de la erosión terminó derivando en el conocido y aún celebrado Halloween.

Es en Irlanda donde nace otra de las tradiciones de Halloween, la calabaza con la vela dentro. Cuenta la leyenda que un tal Jack, conocido para la posteridad como Jack of the Lantern o, más castizamente, Jack el del farol, era tan malo tan malo que ni en el infierno le admitían y anda vagando por el mundo con un farol construido con un nabo que en su interior porta una vela. Dada la dureza del nabo (esta frase reconozco que me ha quedado un tanto procaz) con el pasar del tiempo se sustituyó éste por una calabaza que son más fáciles de cortar y mucho menos dadas a la procacidad.

Y no es por nada pero tiene narices que, por una vez y sin que sirva de precedente, sean los yankees quienes recuperen y extiendan una tradición milenaria de la vieja Europa.

¿Truco o trato?