Está claro que
a este país de mis entretelas no le
viene bien el nombre de Olvido. Nada bien. No provoca más que escándalos.
Se escandalizó
el españolito de bien hace más de tres décadas ya, cómo pasa el tiempo cuando
una se lo pasa bien, con una Olvido de
14 años que nos llegó de México dispuesta a sacarnos de ese letargo pacato
en que tan cómodos nos encontrábamos a
base de una imagen trasgresora (qué risa tonta nos da ahora, eh) y unas letras
en sus canciones que, a fuerza de terrores en el supermercado, horrores en el
ultramarinos y botes de Colón (lo de aquel sosías de Hernández Mancha con su
búsqueda, su comparación y sus tonterías aún tardaría en llegar), hicieron que
los bienpensantes de guardia pusieran el
grito en el cielo y aún no ha bajado. El grito, quiero decir, que los
bienpensantes siguen en su puesto bajo los luceros.
Han pasado más
de 30 años y miren ustedes por dónde, queridos míos, que hoy nos volvemos a
escandalizar por un Olvido. No, no me
refiero al olvido en que han quedado los derechos laborales de los
trabajadores; ni al olvido al que la alegre muchachada está relegando al Estado
de Bienestar; ni al olvido de aquellos tiempos en que el hijo, ¡y hasta la
hija!, de un trabajador tuviera las mismas oportunidades para estudiar que el
hijo, ¡y hasta la hija!, de un rico (que es que también, vamos provocando); ni
siquiera me refiero al olvido que hará que, en breve espacio de tiempo, no
recordemos cómo fue aquello de la Democracia, por resumir. Ustedes, que son listos
como ajos (nunca entendí muy bien esta comparación, pero eso es otro tema), ya
habrán deducido que me refiero a Olvido Hormigos y su dimisión.
Nos enteramos
hoy de que Olvido, concejala socialista de Los Yébenes, tuvo la idea de grabar
un vídeo para enviar a su marido. Y como en vez de elegir de guionista a Corín
Tellado, pongamos por caso, le pareció más oportuno el formato reality y se
lanzó sin mojigaterías a grabarse mientras se masturbaba, el país ha entrado en
crisis. En OTRA crisis, quiero decir.
Ah, ¿que no se
lo he dicho? Claro, si es que a veces no me explico. Resulta que Olvido graba
el vídeo y se lo manda a su esposo. O sea, lo normal, dirán ustedes.
Inocentones míos. Es que hay más. Alguien se hace con el vídeo en cuestión y lo
sube a las redes. Y antes de que estalle el escándalo, Olvido decide dimitir de
su puesto de concejala “para no hacer daño a su familia ni al partido”. Y no,
querida Olvido, eso sí que no.
Sobre el daño
a tu familia no me corresponde a mí opinar, puesto que es un ámbito tan privado
tuyo como lo era el vídeo hasta que alguien, sin el más mínimo sentido de la
ética, se tomó la libertad de hacerlo público. Y aquí es donde debería entrar
en acción la policía, como en cualquier
buena obra de intriga, que siempre le da mucha vidilla a la historia. Pero
sobre el daño al partido sí, sobre eso sí que voy a opinar.
Al partido se
le puede hacer daño de muchas maneras y, ya que estamos, entre unos y otros,
las hemos ensayado todas. Pero tu vídeo no es una de ellas. No puede serlo en
este partido. No entre quienes creemos firmemente en la libertad de las
personas, la sexual incluida. No entre quienes reclamamos, ayer mismo sin ir
más lejos, el respeto a la salud sexual y los derechos sexuales de las personas.
No para quienes presumimos, porque podemos, qué leche, de feministas
(absténganse los espontáneos de redefinirme el término, por su madrecita santa
se lo pido, que ya nos conocemos y nos entendemos todos). No, Olvido, no. Al
PSOE y a sus militantes, y así te lo han comunicado ya, no nos escandaliza tu
vídeo ni puede dañarnos. Eso queda para otros.
Queda para
quienes se escandalizan por una sexualidad vivida con normalidad mientras pagan
por practicar sexo con mujeres y hombres que sólo están a un escalón, muy
estrecho, a veces prácticamente inexistente, de la esclavitud. Queda para
quienes, mientras se dan golpes de pecho (que un día se van a hacer daño, verán)
los domingos por la mañana (los sábados por la tarde, que también vale, si hay
que ir al puticlub en un horario discreto, que por la noche se pone aquello que
no cabemos, José María) miran hacia otro lado cuando algún miembro de la Santa
Madre Iglesia decide vivir su propia sexualidad sin preguntar al menor de turno
qué le parece la idea. Queda para los que, desde el sillón del Ministerio,
criminalizan el aborto, dan consejos de abuela (de abuela de Pilar Primo de
Rivera, concretamente) sobre lo que significa ser una verdadera mujer, y
comparten mesa y mantel de partido político con quienes pagan viajes a Londres
a sus hijas. Para quienes cierran
centros de atención a las víctimas de violencia de género. Para quienes
recortan la Ley de Dependencia y devuelven a las mujeres a ser enfermeras no
remuneradas de los suyos. Para quienes recortan en Educación y sacan la
Igualdad de los temarios. Para quienes apuestan por la educación segregada y
pretenden que la paguemos todos. Para todos esos que piensan que las mujeres
somos ciudadanos de segunda y daros por contentas. Para quienes incluyen las
palabras ‘bollera’ y ‘maricón’ en el
capítulo de ‘insultos con gracia’ de su reducido vocabulario. Para todos ellos,
Olvido, pero para ti, para nosotros, no.
No te puedo
garantizar, qué más quisiera yo, que la letra del tango se vaya a cumplir y no
haya más pena (ni), Olvido. Pero sí que
cuentas con mi apoyo, con nuestro apoyo. No has hecho nada reprobable. De eso
ya se encarga otra gente. Esa gente.